Vacaciones baratas intercambiando casas
No están los tiempos para grandes dispendios, pero tampoco como para renunciar a las vacaciones. Una de las opciones más baratas es la del intercambio de casas, que supone un ahorro en algunos casos de hasta el 50% de los presupuestos vacacionales. Y es legal, no como los alquileres estivales de domicilios particulares. Te contamos algunas de las principales ventajas de esta modalidad cada vez más extendida.
La fórmula es sencilla. Consiste en intercambiar tu casa con alguien que vive en el destino que tu deseas visitar. Sólo hay que coincidir con su interés por visitar el tuyo y ponerse de acuerdo.
A partir de aquí, lo cual hay que hacerlo a través de una de las muchas webs que gestionan este tipo de intercambios de inmuebles poniendo en contacto a personas de todo el mundo, las ventajas son muchas y las posibilidades muy variadas. En primer lugar, el intercambio siempre es gratuito. El único coste es el fee – normalmente anual – que cobran las webs de contactos para darse de alta. La más conocida es la página intercambio casas, pero hay muchas otras igualmente recomendables.
Se trata de acordar las fechas y la duración de la estancia, y residir en la casa de quienes se han trasladado a la tuya esos mismos días. Así de sencillo. Una fórmula que permite ahorrar por completo el coste del alojamiento, además de disfrutar las vacaciones con la comodidad propia de residir en una casa completamente equipada, pues en el intercambio se incluye todo. Incluso, si así se especifica, pueden intercambiarse también los vehículos, con lo cual también se dispone de transporte gratuito en destino. Ya rizando el rizo, los hay que en el acuerdo incluyen el cuidado de mascotas. Una cláusula que, obviamente, debe estar muy clara desde el principio.
De hecho, puestos a incluir intercambios especiales, existe la posibilidad de intercambiar una casa por una caravana, o incluso por un barco, pero ya son casos excepcionales.
La principal reticencia que produce el intercambio de casas es la desconfianza ante el hecho de que unos desconocidos residan durante un tiempo en tu casa. Pero debes pensar que cuando eso ocurra, tú estás ocupando la suya, y ellos también deben recelar. Por ello, antes de firmar acuerdo alguno siempre se aconseja tomar contacto con la otra parte, ya sea telefónicamente o, a ser posible, por videoconferencia (Skype) para poder verse las caras. Eso siempre inspira algo más de confianza.
Intercambio de hospitalidad
En todo caso, existe también una posibilidad intermedia que es el Intercambio de hospitalidad, que consiste en recibir y albergar a los visitantes, compartiendo con ellos la estancia, y posteriormente en otras fechas concertadas, ellos os recibirán a vosotros en su casa. Tampoco está mal, pero lógicamente restringe ciertas libertades de movimiento y conlleva compromisos de corte social y hospitalario inevitables.
Siguiendo con el intercambio de casas, otra de sus ventajas es que resulta muy adecuado para las vacaciones de familias con niños. En estos casos hay que buscar el contacto con otra familia con niños pequeños, de forma que al intercambiar la casa ya dispones del equipamiento idóneo para poder vivir cómodamente con los hijos, y te ahorras desplazar todos los bártulos habituales: cochecitos, cunas, bañeritas, juguetes, etc.
El sistema de intercambio exige que al llegar a destino un amigo o familiar del propietario (éste se supone que estará llegando a tu casa) esté esperando a los visitantes con las llaves, les acompañe hasta la casa y les explique las cuestiones básicas para instalarse.
Las combinaciones, al final, y más allá de las modalidades estándar, son tantas como se le pueda ocurrir a un cliente, siempre y cuando encuentre a quien quiera compartir la idea. Así, pueden haber intercambios de fin de semana, por períodos estivales completos o incluso durante un año aprovechando que uno vive fuera, y aunque no coincida con su “inquilino”, que le deberá una estancia similar más adelante cuando ellos decidan y acuerden. Puede ser también muy útil entre estudiantes o trabajadores que, el destino, les haya llevado a intercambiar ciudades por motivos académicos o laborales.