Teatro: «El aumento», una visión surrealista de cómo pedir un incremento salarial

La condición cíclica de la realidad socio-económica ha permitido a muchos textos recuperar vetustas vigencias que en su momento les reportaron flamantes días de gloria. Obras tal vez obsoletas desde hace décadas, que vuelven a encajar en la actualidad más candente. Y tal es el caso de El aumento de sueldo del inclasificable dramaturgo y poeta francés George Perec, que a finales de los 60 imaginó este laberíntico recorrido de corte surrealista para solicitar un incremento salarial en una delirante empresa multinacional, y que ahora ha sido llevado a escena por la compañía teatral Estudi Zero en un oportuno ejercicio de sátira social absurda del todo contemporánea y con vocación de irónica denuncia sindical.

Versión de El aumento de sueldo de George Perec

Un difícil reto que hay que valorar, a pesar de los irregulares resultados. Siempre hay que reconocer los intentos innovadores de una compañía, los esfuerzos por escapar de los ejercicios convencionales y buscar nuevos caminos, vías de expresión y de creación diferentes para esquivar la rutina y la reiteración de las formas genéricas más transitadas. Y El aumento – pues así han sintetizado el título de la función- es uno de esos experimentos formales que se adentra en los difíciles y procelosos terrenos del surrealismo, que no siempre son plácidos para quienes los transitan. Y la fórmula escogida por la formación – y por Perec, que en realidad concibió este texto como probatura radiofónica y no teatral- es el de una narrativa consistente en la reiteración de una idea como si de una letanía se tratara. Y hacerla evolucionar de manera obsesiva, continuada, con pequeñas variaciones que le permiten avanzar con un ritmo y una perseverancia repetitiva e ilógica, que sirve de recurso cómico a la vez que crítico, si consideramos que no es difícil llevar esta opción narrativa hasta el límite de la sátira. Y eso es lo que hace Estudi Zero, pero cansa. Algo falla. En el timing, probablemente. Y llega a extenuar a un público expectante y ávido de comedia, que tal vez acepta el juego durante unos minutos, pero que desconecta cuando comprueba que las reglas de la partida la convierten, no en el divertimento deseado, sino en un trabalenguas discursivo sin salida, que da vueltas sobre sí mismo hasta el mareo. Y de este modo la cosa no avanza hacia ningún final conclusivo o comprensible, y se instala en una experimentación cansina, repetitiva y circular, lejana a cualquier posibilidad de entretenimiento lúdico.

Tras su estreno en catalán, la compañía llevará la función en castellano de gira por los escenarios de toda España antes de viajar hasta México, donde sus montajes siempre han tenido una magnífica acogida.

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