Reseña del cómic El tesorero, parecidos razonables
El arranque del nuevo tebeo de Magos del humor de Ediciones B no puede ser más explícito y referencial: El Ministro del Peculio llega a la sede del Partido Papilar. El representante del Gobierno quiere disponer de «unos milloncejos de nada» para «gastillos de representación. La suya, desde luego». Pero en la cámara acorazada solo hay telarañas. El tesorero ha huido con todo el dinero a las «Seis Elles o a Suiza o Valdepirula del Arzobispo». Es una misión idónea para los Técnicos de Investigación Aeroterráquea, más conocida como la TIA, y para sus mejores agentes, Mortadelo y Filemón, que deberán dar caza al administrador canoso y con el dedo corazón siempre erguido que, pese a los parecidos razonables, no es quien parece ser. O sí.
Hay una larga tradición de lamentaciones económicas, fraudes y corruptelas en la viñeta española. Desde Carpanta a 13 Rue del Percebe, pasando, desde luego, por el imaginario del Gran Vázquez y del propio Ibáñez en anteriores proezas de sus agentes secretos: Corrupción a mogollón o ¡Tijeretazos!, por citar algunas de las más recientes. Pero pocas tan delirantemente caricaturescas como esta nueva historieta de sonrojante vigencia, que para rematar la faena debería haberse distribuido en sobres para no dejar duda alguna de su fuente “corrupta y desvergonzada” de inspiración.