Recomendaciones para sobrellevar la ola de calor
Cuando las temperaturas son tan altas de día y de noche conviene anticiparse a los problemas y adoptar algunas conductas preventivas. Sobre todo la población de riesgo, que son las más vulnerables, como por ejemplo las personas mayores. En especial las de más de 80 años, que viven solas y que padecen alguna patología previa. También los niños, en especial los bebés, los enfermos crónicos (sobre todo aquellos que se mediquen antidepresivos, antihipertensivos o diuréticos) y las personas que trabajan al aire libre.
Las recomendaciones se centran en ajustar los hábitos cotidianos a las circunstancias térmicas, tanto en casa como en el exterior.
Para prevenir el golpe de calor, en el domicilio se recomienda cerrar las ventanas y bajar las persianas o correr las cortinas cuando el sol pega directamente. Conviene ventilar la casa a primera o última hora del día, y permanecer en lo posible en las habitaciones más frescas.
Mucha agua
Hay que hidratarse constantemente. Y no solo bebiendo gran cantidad de agua, incluso aunque no se tenga sed, sino también duchándose una o dos veces al día o pasarse toallitas húmedas por la piel con cierta regularidad.
A la calle mejor no salir durante las horas de más calor (del medio día hasta las cinco de la tarde). Y mucho menos si la intención es realizar alguna actividad física intensa, ya sea hacer deporte o cualquier tarea pesada, como por ejemplo cargar o descargar mercancías o realizar trabajos de bricolaje bajo el sol.
El deporte hay que dejarlo para las primeras horas de la mañana o las últimas, a partir de las 20 horas, cuando el sol empieza su retirada.
Aun así, si es imprescindible salir a la calle en horas de mucho calor, es recomendable andar por la sombra siempre que sea posible, cubrirse la cabeza y vestir ropa ancha de tejidos ligeros como el algodón o el lino. Y desde luego, llevar siempre una botella de agua.
Una advertencia importantísima es la de no dejar a nadie dentro de un vehículo. Algo que suele hacerse con niños y ancianos. Piensen que en solo diez minutos puede incrementarse la temperatura más de siete grados, lo cual podría bastar para provocar un golpe de calor que puede ser mortal.
Comida y bebida
El agua es la bebida más recomendable. Fresca sí, pero no muy fría, pues el contraste puede perjudicarnos. Los zumos y las sapas frías de verano también ayudan a hidratar, aunque no quitan la sed.
Las bebidas alcohólicas no sirven para hidratarse, sino todo lo contrario. Provocan la eliminación de agua por la orina y aumentan la sudoración, con lo cual cuanto más bebemos más nos podemos deshidratar. Además de los perjuicios de la ingesta excesiva de alcohol.
Tampoco es muy recomendable abusar de bebidas excitantes como el té o el café, ni abusar de bebidas con mucho azúcar. Además de hidratarse hay que estar pendiente de la salud y de las substancias que le proporcionamos al cuerpo.
Comer ligero también ayuda. Las digestiones pesadas son incompatibles con las altas temperaturas. Por eso, es una buena opción introducir en la dieta más verduras y más frutas, y a ser posible fraccionar las comidas en unas cuantas veces.