Reciclaje creativo para ahorrar en vez de tirar: Cuerdas, cajas y tapones
Las estanterías son muy necesarias, y suelen necesitarse bastantes para cubrir nuestras necesidades. ¿Pero tienen que ser propiamente estantes, o podemos darle ese uso a otros objetos? Pues sí, y quedan muy bien. Con cualquier caja de madera, como por ejemplo las de vino o cava, podemos tener una estantería tan útil como bonita. Si es para la cocina, tal cual y con tapa corredera y todo, con solo fijarla a la pared. Para las especias, la sal, el aceite y ese tipo de productos es ideal. Pero si la queremos para otra estancia, el baño por ejemplo, podemos tunearla con cuerda. Es laborioso pero muy sencillo. Rodearla totalmente de cuerda, con un par de puntos de cola sobre el trazado de cuerda de cada lateral, y quedan elegantes y resistentes, por ejemplo, para fijarlas en la pared del aseo y servir como estante para las toallas o el papel higiénico. Una manera de ahorrar donde menos te lo esperas.
También pueden tener una segunda vida los tapones del vino o el cava. Del mismo modo que proponíamos en la anterior entrega composiciones decorativas hechas con clavos o tornillos sobrantes, lo mismo puede hacerse con los corchos. Trazar sobre una pared una inicial o un símbolo y clavar o pegar todo el interior de corchos de idéntico tamaño. Resulta un adorno muy creativo. Además, los corchos son también muy agradables y cálidos como elementos decorativos dentro de recipientes.
Si los neumáticos del coche (o moto) ya están muy gastados y hay que cambiarlos, que no se los quede el mecánico. Te ofrecemos dos ideas. Si le das la vuelta a la cubierta de goma, por dentro es lisa y regular. Puedes cubrirla de cuerda tensa (dentro puedes poner trapos o telas de relleno o dejarlo vacío, según prefieras una consistencia u otra), un poco como antes hemos explicado con las cajas, y una vez completamente cubierta (dejando los nudos finales en la parte inferior) tendremos un acogedor y cómodo reposapiés para poner frente al sofá.
Y si tenemos jardín frente a la casa, y espacio para dejar las bicicletas, lo mejor es enterrar las dos ruedas en paralelo, a una distancia de no más de cinco o siete centímetros la una de la otra, dejando el cuarto superior de cada una al descubierto, y de este modo tendremos un original y gratuito parquin doméstico para que la bici no se quede tirada en el suelo.