¿Qué es el capital riesgo? ¿qué características tiene este tipo de financiación?
Consiste en la aportación de capitales permanentes por parte de una sociedad inversora a otra que se denominará receptora o participada. Mediante esta aportación, la sociedad inversora toma una posición minoritaria en la receptora, pero sin la intención de perdurar indefinidamente. Al contrario, el objetivo es únicamente conseguir que la empresa participada aumente su valor, y una vez recuperada y multiplicada la inversión, el capitalista se retire obteniendo un beneficio.
Las sociedades receptoras son siempre empresas valoradas con considerables niveles de riesgo, por lo cual suelen tener dificultades para conseguir capital mediante instrumentos de financiación más comunes, y optan por la fórmula del capital riesgo. Y cuando esta inversión llega a través de una prestigiosa empresa de capital riesgo, además de la inyección financiera que supone, crea en el mercado la percepción de que la pequeña empresa será un éxito, originándose un importante activo para convencer a los clientes y proveedores de que la puesta en marcha es viable y digna de confianza.
El capital se aporta con el objetivo de obtener participación en las utilidades de la empresa, si la sociedad inversora es privada, o con el propósito de contribuir a la creación de tejido empresarial, si la sociedad inversora es de carácter público.
Este tipo de operaciones están reguladas por la Ley 22/2014, de 12 de noviembre, al igual que otras entidades de inversión colectiva de tipo cerrado y las sociedades gestoras de entidades de inversión colectiva de tipo cerrado.
Características del capital riesgo
Este tipo de operaciones de capital riesgo (no confundir con la posible participación financiera de un Business Angel) son un instrumento mediante el cual una sociedad obtiene los recursos de capital necesarios para el desarrollo de sus proyectos de inicio o crecimiento. Al aportar el dinero, el inversor participa del capital social de la empresa receptora, ya sea con la compra de acciones o la adquisición de otros instrumentos patrimoniales.
Generalmente, estas aportaciones de capital se destinan a emprendimientos en primeras fases o proyectos de crecimiento. No a proyectos consolidados, que no suelen tener problemas de financiación o para acceder a otras vías más comunes. E igualmente es frecuente que estas operaciones de capital riesgo estén asociadas a empresas emprendedoras con proyectos que implican innovación tecnológica, aunque esta no es una condición necesaria para llevarlas a cabo.