Pequeñas ideas para ahorrar a diario (I)
Empecemos por nuestros quehaceres habituales. Hay ciertas gestiones y algunos desplazamientos inevitables o recurrentes que repetimos cada mes o cada semana. La compra mensual en el supermercado, reuniones laborales o consultas en la asesoría, visitas al médico, al colegio de los niños, a un familiar o a nuestra pareja; así como cualquier tipo de recado que debamos hacer de manera reiterada. Son desplazamientos rutinarios que con un mínimo de coordinación pueden agruparse, de modo que un solo viaje en transporte público, o un solo ticket de parquin o del Ora, puede servir para cumplir con todas las tareas sin multiplicar el gasto tanto de estacionamiento como de combustible.
Si somos de los que nos vemos obligados a comer fuera por motivos laborales, los menús diarios, por baratos que sean, salen muy caros. Nuestro presupuesto puede reducirse hasta en un 50% si nos llevamos la comida hecha de casa y conservada en una fiambrera. Y también la bebida, pues lo que puede costar una cerveza o una botella de agua en el bar de la esquina (aunque sea menos de 2€) puede equivaler fácilmente al precio de la materia prima de nuestro menú casero. Y lo mismo puede decirse del café de después, cuyo coste real no supera los 0’20 ctms y a menudo su precio comercial supera el 1’50€.
Esperar es gratis
Hacer tiempo no cuesta dinero, y nadie está obligado a esperar con una consumición. Es muy legítimo y más barato esperar a alguien tomando el fresco a la sombra, que tomándose un café o una cerveza que no nos apetecía… pero tenía que hacer tiempo. El aburrimiento puede salir caro si nos vemos obligados a acompañarlo de un consumo activo. Y si ese espacio de tiempo vacío lo queremos llenar con un cigarro, allá cada uno con su salud; pero al menos no lo tire a la segunda calada si la cita llega a los pocos segundos. El día está lleno de momentos perdidos, de modo que corta el cigarro a medio consumir y que vuelva a acompañarte más tarde. Tu salud se resentirá más que tu bolsillo, pero algo es algo.
El móvil es otro aliado envenenado en los tiempos muertos. No hay ninguna necesidad de hacer llamadas inútiles en las esperas. Hay que usar el teléfono para comunicarse, no para entretenerse. Y si aun así no podemos evitarlo y el teléfono se ha convertido en un compañero inseparable e hiperactivo, al menos revisa tu factura (que será importante) y comprueba qué servicios tienes contratados y cuáles usas realmente, pues las ofertas son muchas y variadas, y son muchas las tarifas que incluyen servicios que ni siquiera sabemos que tenemos y que igualmente pagamos. Adecua la tarifa a tus necesidades o estás derrochando inútilmente tu dinero.
Y sin abandonar el móvil, otra advertencia. Una llamada sin contestar es gratuita, pero nos cobran si salta el buzón de la persona llamada. De modo que, si no es del todo necesario, una vez hayan sonado los tres primeros tonos, si no han descolgado, mejor colgar y volver a llamar. A no ser que queramos dejar un mensaje, por supuesto.
Muchas actividades al aire libre son gratis. En cambio, es muy habitual querer llenar la tarde de planes de pago, que no por ello tienen que ser más atractivos o entretenidos. Llevar a los niños a un parque público, por ejemplo, puede ser tan divertido como ir al cine; y un paseo marítimo o una plaza mayor, citas tan románticas como la que más. Y solo hay que pasear.
La siguiente entrega de esta serie pensada para la semana del Día mundial del ahorro hará algunas sugerencias para ahorrar en casa.