Consejos para evitar caer en la deuda, de la serie «No más deuda, por favor» (III)

Proseguimos hoy con nuestra serie de artículos sobre el difícil proceso de afrontar el problema del endeudamiento familiar. El pasado mes de octubre reflexionábamos sobre la esclavitud de los pequeños gastos, esas modestas partidas discrecionales a las que no prestamos atención pero que poco a poco van minando nuestro presupuesto. Mostrábamos entonces una sencilla herramienta para detectar y cuantificar dichas partidas, que suscitó mucha curiosidad por parte de los lectores.

¿Recuerdan el sumario anual de pequeños dispendios de nuestro “señor X.X”?:

13-10-2014 17-19-22

En efecto, analizando la tabla, no parece complicado detectar capítulos de gasto que eliminar o corregir. No obstante, como dice el saber popular, es mucho más fácil decirlo (o escribirlo) que hacerlo. El camino de la austeridad forzada por un exceso de deuda es largo, agotador y está lleno de trampas. Tres son los peligros principales que lo amenazan:

1- Relajarnos a mitad del empeño, al ver nuestro progreso.

Es tan evidente la mejoría que se produce en cuanto empezamos a ver cierta luz en nuestras finanzas, que corremos el riesgo de dejarnos llevar por una indulgencia demasiado temprana, cuando nuestro objetivo debería ser alcanzar la libertad financiera que otorga un balance libre de deudas. Cualquier pequeña desviación puede hacernos regresar al punto de partida, por lo que debemos estar atentos, muy especialmente en el uso responsable de nuestras tarjetas de crédito.

2- Llegar a la meta y volver a las andadas.

Es otro error muy humano: pensar que todo se ha solucionado cuando hemos logrado el objetivo, para a continuación repetir las mismas pautas de comportamiento financiero que nos metieron en el atolladero. El esfuerzo de sensatez y austeridad debe perdurar una vez que nuestras finanzas están saneadas.

3- Renunciar por agotamiento.

Ocurre cuando nos hemos presionado tanto y hemos renunciado a tantas cosas que antes dábamos por hechas, que acabamos por rendirnos y lanzarnos hacia ese “de perdidos, al río” tan peligroso y sin clara vuelta atrás.

No todo el mundo tiene la misma fortaleza mental para afrontar renuncias continuas ni para superar determinadas dificultades, que a veces pueden parecer insalvables sin realmente serlo. Los problemas económicos, realimentados por el mal ambiente general, pueden generar sufrimientos importantes y enturbiar nuestro razonamiento. De ahí a la rendición y la depresión hay sólo un paso.

No más deuda

La Doctora Smerling, cuyo blog sobre psicología encontré por casualidad mientras investigaba en la red, ofrece unas recomendaciones muy interesantes para no dejarse cegar por la angustia, relativizar los problemas financieros y reconocer nuestros valores fundamentales.

Vamos a sintetizarlas para el caso que nos ocupa:

  • Dedícate a tu familia y seres queridos. Baja el ritmo vital. Hazles saber cuánto les amas. Abraza a tu mascota, si tienes una. Disfruta haciendo cosas simples como pasear, respirar hondo, ejercicio… Vive el momento. Si estás jugando con un niño, hazte el loco, deja que los problemas económicos se diluyan con la risa.
  • Date pequeños caprichos, que puedas financiar con ahorro. ¿No te puedes permitir unas vacaciones largas? Llena la hucha para una pequeña escapada de fin de semana. Reserva pequeñas cantidades de dinero para iniciativas asequibles. Considéralas un premio a tu esfuerzo: una comida, entradas para algún espectáculo, algo que realmente te guste. Establece límites económicos estrictos y NO los rebases. Las cosas buenas suelen tardar en llegar.
  • Sé proactivo, resolutivo y resistente.  Hay que estar preparados para las sorpresas desfavorables: es ley de vida.
  • No eres sólo tu dinero. Tus posesiones reflejan quien eres, tus preferencias y estilo. Pero no definen tu esencia. Descarta la idea de que eres lo posees. Tu valor como ser humano no debe estar directamente relacionado con tener mucho dinero o cosas materiales. Reinvéntate con nuevas ideas. Encuentra una pasión. Una de las claves de salud emocional para un niño es tener una pasión. Aprovecha la austeridad forzada para relajarte y emprender aquellas tareas que habías ido posponiendo. Pero de una en una.
  • Escoge el optimismo frente al pesimismo generalizado. A veces requiere mucho esfuerzo y ayuda ser optimista ante las dificultades económicas. Valora lo que tienes en lugar de lo que no tienes. Empieza a trabajar en nuevos fundamentos basados en un futuro optimista, pero realista. Investiga en ti mismo.
  • Cuida las relaciones verdaderamente importantes y significativas. Elimina aquellas que no aportan nada a tu vida. Las relaciones son la base de nuestra felicidad. Haz que sean exitosas.
  • Haz algo por alguien. Es un camino seguro para olvidar tus propios problemas. Siempre habrá quien esté agradecido por tu atención.
  • Si es necesario, habla con un profesional, quien te ayudará a ordenar tus prioridades. Y ello es válido tanto para el ámbito emocional como financiero.

Se trata, en fin, de desechar los excesos de nuestras vidas, manteniendo la capacidad de ser felices. Sólo me queda decir: a por ello.

Never surrender.

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