Malmenats, o los estragos de la crisis en movimiento
Malmenats es un término catalán que viene a significar “maltratados”, y que se utiliza aquí como título y también como declaración de intenciones artísticas en su más amplia acepción, pues viene a compendiar como material creativo todas las consecuencias que pueden derivarse de una situación de crisis global como la actual, y que degradan al ciudadano tanto económica como moral y éticamente, a partir de la evidente pérdida de valores asociada a / provocada por la misma.
Todo ello transmitido a través de sensaciones y emociones, y nunca en pos de una lógica narrativa que no tiene lugar en el lenguaje del movimiento o la danza contemporánea. Pura espontaneidad, coreografías imperfectas de arrítmica sincronización, despreocupado vacío escénico, gesticulación estática y a veces atlética, miradas que bailan y cuerpos que se pelean, emociones, comedia, tristeza, soledad, pasión, incomprensión… creatividad, en suma. Mucha y sin letra. No hay nada que entender, sino dejarse impregnar de la propuesta. Abrir los sentidos a las sensaciones sin hacerse preguntas, sin expectativas argumentales, sin prejuicios estéticos ni estilísticos; dejarse llevar por la música y, también, por la no música; empatizar con los cuatro “malmenats”. Actores no necesariamente bailarines, aunque todos bailan y actúan. Artistas del movimiento.
Del espectáculo sales con muchas preguntas. Pero no sobre el montaje, sino a consecuencia de él. Porque remueve conciencias, porque estimula, y porque esconde muchas lecturas adheridas, vinculadas, sugeridas. Es lo que tiene la libertad, cuando va ligada al arte, que cuando es auténtica, la vive cada uno a su manera. Nunca es la misma, pero todo el mundo la disfruta por igual. Plenamente, sin ni siquiera tener la necesidad de buscarle un sentido lógico a lo visto.