«Magical Girl» podría perfectamente inspirarse en hechos reales. Aunque no lo está. Cientos de casos contextualizados en el deprimente y deprimido mercado laboral serían susceptibles de convertirse en el punto de partida argumental de este demoledor drama. Desgraciado crisol de ejemplos desesperados de sufrimiento e impotencia. Una tragedia urbana, familiar y personal (hay tristeza y consternación para dar y regalar) que arranca, por elegir una historia entre mil, de la pérdida de su puesto de trabajo, a causa de los recortes en educación, de un profesor incapaz de salir adelante económicamente y mucho menos de darle un capricho, convertido en carísimo último deseo, a su hija de doce años enferma terminal de leucemia. Ahí es nada. Pero lo más duro no es que resulte creíble, posible, sino que en el actual escenario social no es descabellado considerarlo incluso probable.

¡Qué gran película! Fascinante. Bien escrita, mejor dirigida e interpretada con una pausa escalofriante. Contundente. Hermosamente dura. Hay que seguir de cerca a este Carlos Vermut, que no debuta pero casi (Diamond flash se estrenó on-line en 2011 y fue tildada de magistral e inclasificable).
Si La soledad de Rosales ganó el Goya al mejor film y Marián Álvarez el de mejor actriz por La herida, en la misma órbita Magical Girl debería ganarlo todo y más.
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