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¿Qué decisiones tomaría si tuviera asegurados unos ingresos mínimos para financiar sus necesidades básicas? Algo así como el “sueldo de Nescafé”, pero sufragado por el Estado. ¿Trabajaría o se daría a la vida contemplativa? ¿Aceptaría los mismos empleos que ha aceptado durante sus primeros años de vida laboral? ¿Arriesgaría igual en sus inversiones? Las respuestas a estas cuestiones podrían ofrecer la clave para apostar o desechar uno de los conceptos económicos más en boga en los últimos meses: la renta básica.

El concepto de renta básica o ingreso mínimo garantizado implica que el Estado concede el derecho a todo ciudadano, por el mero hecho de serlo, de recibir una cuantía económica fija al mes, suficiente para cubrir su manutención más básica. Por supuesto, está renta sería sufragada por las arcas públicas. Discernir si esta propuesta es una fuente de holgazanería generalizada o se ha encontrado el mejor de los incentivos para el emprendimiento mundial o el final de la pobreza es el gran reto al que se enfrentan en la actualidad detractores y partidarios de la renta básica.

Luces y sombras de la renta básica - Domestica tu economía

El concepto económico no es nuevo. Milton Friedman, uno de los padres del liberalismo, ya lo consideraba una forma de dar mayor libertad a los beneficiarios del dinero público, más eficiente que los subsidios a los más desfavorecidos. Según sus teorías, una renta asegurada permite al ciudadano elegir la mejor forma de canalizar el dinero recibido, frente al poso asistencial que rezuman los subsidios.

La renta básica, también ha estado ligada a propuestas de la izquierda política. En España, se convirtió en un término popular en 2015, con motivo de las elecciones de octubre de ese año.

El alto coste, principal crítica de la renta básica

Como se ha observado desde entonces, la renta básica es una propuesta que suscita tantas pasiones como odios. Las principales críticas que habitualmente recaen sobre la renta básica es el alto coste que acarrearía para las arcas públicas. También se la ve como una fuente de estímulo a la holgazanería masiva. En España, Incluso, se llegó a advertir que sería un reclamo para el “efecto llamada” de los inmigrantes.

Pero cada vez son más numerosos los expertos que se apuntan a desmontar estos argumentos. La renta básica está ganando fuerza en Silicon Valley, la cuna del emprendimiento mundial. Allí muchas empresas ven ésta como la vía para activar el crecimiento en un nuevo modelo de empresa en lo que se ha dado en llamar «la uberización de la economía«. En Uber no hay empleados sino autónomos que prestan servicios para la plataforma.

También fue uno de los temas centrales del último Foro Mundial Económico de Davos. La razón parece simple: se da por descontado que el mundo se encamina a un mercado laboral con alta presencia de robots. La renta básica se plantea como la única solución para evitar hordas de ciudadanos sin empleos ni sueldos, con un grave potencial de conflictividad.

En un artículo publicado por el economista Scott Santens , en el marco del Foro Económico Mundial, se definió la renta básica como: «la nueva base sobre la que transformar un presente precario y construir un futuro más sólido».

Incentiva el emprendimiento, permite arriesgar

Santens se suma también a una corriente de expertos que aseguran que cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos no es un coste para las arcas públicas, sino una fuente de riqueza a largo plazo. Una persona que no tiene que preocuparse por cubrir sus necesidades más básicas tiene otra disposición ante la vida y el mercado laboral. No tiene que aceptar empleos precarios para dar de comer a su familia, puede arriesgar. Además, la renta es básica, y no cubre necesidades como un coche, una vivienda…

Por ello aseguran los psicólogos, es poco probable que la gente se entregue a la inactividad indefinidamente. Al contrario, incentiva emprendimientos que de otra forma nunca verían la luz y que generan mucha más riqueza social que cualquier trabajador con nómina.

En cuanto a la financiación, también gana fuerza que el coste de una renta básica no sería tan elevado como se pensaba hace unos años. Los Estados pueden compensar su coste rebajando los actuales subsidios.

Los bancos de pruebas actuales

Más allá de las teorías, más allá del rechazo del pueblo suizo, las experiencias reales para testar los efectos de la renta básica se suceden desde hace años:

  • La ciudad de Dauphin, en Canadá, implantó una ayuda del 60% del salario mínimo entre 1974 y 1979. El resultado fue positivo. Hubo reducción de horas de trabajo por bajas maternales, pero también un incremento de productividad derivado que los trabajadores incrementaron su formación. Y lo que es mejor, la calidad de vida y la felicidad de sus habitantes se incrementó considerablemente. En Ontario se pondrá en marcha otro experimento en 2017.
  • La experiencia de Uganda también resultó positiva. A finales de 2016, los habitantes afectados por el conflicto armado al norte del país recibieron una renta de 370 dólares mensuales. Varios años después, sus ingresos medios se habían incrementado un 41% en relación con otros habitantes que no habían tenido esa ayuda.
  • Finlandia está ahora en plena proceso de prueba. Desde el 1 de enero de 2017, 2000 cuidadanos reciben 560 euros mensuales y en unos meses se analizarán sus reacciones. Tal vez también resulte positivo, pero por lo que parece harán falta muchos más experimentos para que eso de cobrar por existir se generalice en el mundo. En fase de prueba también se encuentran iniciativas en:
    • Kenia: La organización GiveDirectly entregará a 26.000 habitantes 0,75 dólares al día durante 12 años. Otro grupo recibirá la misma cantidad pero durante dos años.
    • En Países Bajos, una treintena de municipios llevan desde enero de 2016 desarrollando un proyecto piloto de renta básica.
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