Los cambios de hábito que provoca la subida de los precios en el consumo
Dicen que somos animales de costumbres. Las rutinas nos ofrecen seguridad. La famosa zona de confort, donde todos, cada uno a su manera, nos sentimos a salvo, con la vida bajo control. Y de ahí que los hábitos marquen nuestra cotidianeidad. Pero incluso esos hábitos cambian cuando el dinero marca nuestros límites de consumo. La inflación y el consiguiente incremento generalizado de los precios han provocado una alteración en las preferencias y las decisiones del consumidor.
La cercanía de los establecimientos comerciales donde compramos sigue siendo un factor fundamental, y eso no ha cambiado en los hábitos del consumidor. La comodidad de estar cerca de casa sigue siendo una prioridad. Pero la calidad ya no es un factor prioritario, el precio la ha relegado al tercer puesto. Anteponemos los productos baratos a aquellos que nos garantizan una calidad superior a un precio más alto.
Ofertas y marca blanca
Las ofertas, las marcas blancas y los “low cost” son las prioridades del consumidor cuando tiene que llenar la cesta de la compra. Y además, también disminuimos la cantidad. Tal vez compremos lo mismo de siempre, pero menos. La cultura de las sobras es cada vez menos habitual en los hogares españoles.
Así las cosas, la reducción afecta especialmente a los productos frescos como la carne y el pescado, e incluso a las frutas y las verduras, aunque en menor medida. Y por el contrario, se incrementa el consumo de productos envasados y congelados, más baratos y con una vida útil más larga. Y por supuesto, cada vez tienen mayor aceptación las ofertas de los comercios para dar salida a los alimentos cuya fecha de caducidad está cercana, pero que son perfectamente aptos para el consumo y se venden a un precio reducido. O los llamados productos feos, que están golpeados o tienen un aspecto poco atractivo, pero que están en buen estado y se venden más baratos.