La inflación y los precios provocan un cambio de hábitos en el consumidor
Para empezar, si es que puede considerarse un cambio de hábito en el consumidor, ante un panorama tan poco halagüeño el ciudadano ha empezado a gastar menos, pues debe contraer su ritmo de consumo para ajustar los gastos a sus ingresos.
Renuncias y aplazamientos
Para analizar la situación a nivel social, la Organización de Consumidores y Usuarios ha llevado a cabo un estudio estadístico, y ha podido detectar toda una serie de cambios de hábitos en los ciudadanos motivados por la difícil situación económica que atraviesa la sociedad. Unos cambios que van desde bajar la calefacción para no gastar tanto, a dejar de usar los electrodomésticos, y por ejemplo lavar a mano tanto la ropa como la vajilla, o pasarse a marcas más baratas a la hora de hacer la compra. Y desde luego, y como siempre suele pasar en estos casos, al no considerarse una necesidad esencial, el ocio ha sido uno de los principales sacrificados. Menos teatro, cine o consumir en bares y comer en restaurantes. También los viajes se han recortado o aplazado.
Además, según el estudio de la OCU, un 29% de los encuestados ha dejado de comprar ropa (y un 13% tampoco compra ropa para sus hijos). Y obras, reparaciones, cambios de electrodomésticos… esos gastos del hogar son otras «partidas presupuestarias» que también se han dejado para mejor momento.
Algo más delicado es constatar que en torno al 10% de los consultados ha postergado los gastos relativos a la salud: ir al dentista, comprar gafas, ir al médico o al psicólogo; y un 7% está teniendo dificultades para hacer frente a gastos relacionados con la educación de los hijos.
Y no son estos los únicos cambios introducidos en las rutinas diarias de los encuestados, pues un 36% asegura haber evitado al máximo el uso de su vehículo a causa del incremento del precio del combustible.