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¿Qué es la inflación?

Difícil resulta hoy ver o escuchar un noticiario y que no se hable de la inflación. Pero ¿qué es la inflación? ¿Cuál es su causa? Veámoslo.

La inflación es un proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda. Una circunstancia que provoca el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en un país durante un periodo de tiempo continuado. Normalmente de no menos de un año, según el Diccionario de Economía de la plataforma El economista. Y de este modo, cuando  el nivel general de precios sube, con cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios.

En otras palabras, la inflación refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda. Una pérdida del valor real del medio interno de intercambio y unidad de medida de una economía. Y cuando esto ocurre, el país en cuestión se empobrece.

Para poder medir el crecimiento de la inflación se utiliza un índice que refleja el crecimiento porcentual de la cesta de la compra o de la contratación de ciertos servicios. Y aparece aquí otro de los términos estrella de las noticias económicas, el IPC (Índice de Precios al Consumidor). Otra de esas siglas que todos conocemos, aunque pocos sabemos con exactitud lo que significan o lo que indican.

Oferta, demanda y precio de materias primas

La inflación más frecuente es la que obedece a la Ley de la oferta y la demanda. Así, si la demanda de bienes excede la capacidad de producción o importación de bienes, los precios tienden a aumentar, y se dispara la inflación.

Aunque también existe la llamada inflación por costes, que se genera cuando el precio de las materias primas (petróleo, energía, etc) aumenta, y ello conlleva que el productor, buscando mantener su margen de ganancia, incremente sus precios. Y esta es la inflación que padecimos de forma tan acuciante el pasado año, cuando se dispararon de forma desorbitante los precios de la luz y de los carburantes alcanzando cotas históricas.

La inflación remitirá cuando se equilibre el mercado. Es decir, la oferta y la demanda se reajusten. Algo que puede pasar de forma natural con el tiempo cuando las circunstancias que lo han provocado son ajenas al mercado y se normalizan. Es el caso de algún conflicto internacional con repercusiones globales que afecten a la economía y a las dinámicas de los mercados. Por ejemplo una guerra.

Pero por lo general, para paliar una situación de inflación alta se hace necesaria la intervención de los bancos centrales, que suelen incrementar la tasa de interés de la deuda pública. De esta manera se incrementan las de los préstamos al consumo (tarjetas de crédito, hipotecas, etc). Al aumentar esas tasas de interés del consumo, se frena la demanda de productos. Una solución a menudo conflictiva, pues al frenar la demanda de productos, se frena a la industria que los produce, lo cual puede llevar a un estancamiento económico y a un aumento del desempleo. El círculo vicioso con el que inevitablemente debe lidiar siempre la economía mundial.

La inflación subyacente

La inflación subyacente es un indicador más preciso que la inflación general, pues refleja los cambios que se producen en los precios ‘en el corto y en el medio plazo’. No se incluyen en el cálculo los productos más volátiles (los que cambian de valor de forma más inmediata e impredecible), tales como los alimentos no elaborados (frutas, verduras…), la energía o el combustible. En cambio, si se atienden los precios del transporte, la vivienda, las comunicaciones o el ocio y la cultura.

 

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