Invertir en renta fija: ¿qué es? ¿qué tipo de productos existen en el mercado?
Cabe decir que adquirir valores de renta fija no implica necesariamente rentabilidad fija ni ausencia de riesgo en la inversión. El poseedor de los mismos decidirá – y de ello dependerá en gran parte el riesgo y la rentabilidad de su inversión- si mantiene el valor hasta la fecha del vencimiento, que será cuando perciba los réditos correspondientes; o si por el contrario prefiere revender el título a otro inversor en el mercado secundario antes del vencimiento de éste y percibir entonces el precio acordado en dicho momento.
La variedad de productos de renta fija es amplia, con vencimientos y niveles de riesgo distintos y diferentes maneras de percibir las rentabilidades. De modo que conviene repasar toda la gama y distinguir entre las diferentes posibilidades de inversión según características. Así, en función de su emisor, hay que distinguir entre renta fija pública y privada.
La primera, que es la conocida como “Deuda Pública”, hace referencia a los valores emitidos por el Estado, una comunidad autónoma u otro organismo público. En cambio, la renta fija privada es cuando el emisor es una empresa de carácter privado.
Los productos dependen también de los plazos de captación y negociación. Así, existen los activos de renta fija a corto plazo, que no suelen exceder los 18 meses, y tienen muy bajo riesgo y una elevada liquidez. Son los llamados de Renta fija del mercado monetario, y es muy sencillo comprar y vender en los mercados secundarios. Los de Renta fija del mercado de capitales, en cambio, se emiten a plazos medios y largos, normalmente a partir de dos años.
Y por último, hay que diferenciar también los productos según el tipo de rendimiento que genera, que puede ser explícito o implícito. Los primeros son aquellos en que el interés pagado se pacta expresamente. Es el caso de los Bonos y Obligaciones del Estado y bonos y obligaciones simples de renta privada. Los valores de rendimiento implícito, sin embargo, rinden a partir de la diferencia entre el valor de transmisión o reembolso y el valor de adquisición. Por ejemplo las Letras del Tesoro.