Hay que “ponerse las pilas” para competir en el nuevo mercado de la automoción eléctrica
Los dos aspectos que deben mejorar en la producción industrial de baterías para coches, y que por lo tanto son los objetivos principales de la industria, es el coste económico y la autonomía de un automóvil con una sola carga. Es decir, la distancia que podrá recorrer sin recargar. Y en eso están.
Uno de los principales retos es conseguir baterías eficientes con materiales más baratos. Y también, por motivos de seguridad, evitar algunos otros como los disolventes inflamables que se usan en la actualidad, y que pueden dar lugar a cortocircuitos y explosiones.
Metal-aire
Algunos expertos apuntan a que una de las opciones más esperanzadoras, y que ya están siendo estudiadas en laboratorios de todo el mundo, son las baterías basadas en metal-aire, que podrían llegar a alcanzar valores de energía similares a la gasolina. Una solución basada en una compleja reacción química que implica metales como el sodio, hierro, aluminio o zinc, y la oxidación que el oxígeno del aire provocaría en ellos.
Hasta el momento el litio es uno de los materiales más utilizados en las baterías, pero según fuentes del CSIC, se está investigando el uso de ion-potasio en vez del ion-litio, para temas de movilidad, ya que es un producto mucho más barato y con un potencial igualmente eficaz. Eso sí, esta opción abarataría, pero no resolvería el tema de la autonomía.
El estado actual de las baterías de iones de litio para coches estándar ofrece una autonomía de unos 480 kilómetros y velocidades de carga de 24 a 30 kilómetros por minuto. Es mucho mejor que hace unos años, pero para fomentar la adopción generalizada y cumplir los objetivos de emisiones de carbono, aún hace falta mejorarlas más.