Hábitos para ahorrar energía y agua (a pesar de las vacaciones y el calor)
Una de las principales tentaciones en verano, y también una de las más caras, es poner a todas horas el aire acondicionado, sin medida de tiempo ni de temperatura. Craso error, que incrementará considerablemente nuestra factura y resulta de lo menos recomendable desde un punto de vista medioambiental.
Es absurdo llevar rebeca dentro de casa cuando fuera estamos a 40 grados. Poner el aire acondicionado está muy bien. Para eso está, para regular la temperatura del hogar y combatir los rigores de la canícula. Pero no es lógico bajar la temperatura de la casa a 16 grados y pasar frío en agosto. La temperatura ideal, agradable para disfrutar sin sudar, es de 24 grados, y poner el temporizador para que el aparato se detenga al alcanzarlos. Todo lo que sea bajar de ahí es un gasto innecesario e insostenible, desde un punto de vista energético.
Además, no conviene dormir con el aire acondicionad toda la noche. El gasto es considerable, pero además el frío calará el cuerpo y nos obligará a dormir tapados como en invierno. No es lógico. Lo suyo es encenderlo horas antes de ir a dormir, y cuando se haya refrescado el ambiente se apaga. La temperatura se mantendrá durante la noche. Siempre y cuando las ventanas estén cerradas. Nunca combinen aire acondicionado y ventanas abiertas. Una cosa neutraliza la otra y se gasta dinero y energía para nada.
Hay que asegurarse que la casa está bien aislada, pues se pierde energía/dinero s se filtra el calor. Ventanas cerradas y cortinas (o estores, o persianas) cerradas, pues el sol a través de los cristales también caldea el interior y contrarresta el frío acondicionado. Este consejo sirve también a la inversa. Es decir, para preservar la calefacción en invierno.
El agua escasea
Siempre hay que ahorrar agua. Es un bien escaso. Pero en verano especialmente, pues es cuando la sequía hace sus peores estragos y, debido al calor, es cuando más consumimos. Hagámoslo, por tanto, de forma racional y con una cierta conciencia ecológica.
El consumo humano de agua es incuestionable. Igual que la necesaria para nuestros animales (mascotas o de granja). Pero no desperdiciemos agua en la cocina, en el baño ni en el jardín. Se pueden cubrir las necesidades sin excesos. Y el bolsillo también lo agradecerá.
No rieguen en horas de sol. No es bueno para las plantas. Los efectos de la evaporación inmediata las puede quemar. Y todo lo que se evapora se pierde y en repercute en las plantas. Se pierde. En cambio, a la caída del sol la tierra aprovecha mucho mejor la humedad.
Tampoco es buena idea refrescar el terreno con la manguera. El agua es un bien preciado y se necesita para cosas más importantes. Además atraerá muchos mosquitos humedeciendo la gravilla o el camino. Y si tienen piscina, eviten rellenarla constantemente. Manténganla con los productos necesarios y que la depuradora la mantenga limpia, pero es mucho el agua que se pierde por los sumideros del ocio veraniego.
La higiene es necesaria, pero la ducha no está pensada para combatir el calor. Eviten la tentación de pasar por la ducha o la manguera del jardín cada vez que quieran refrescarse. Es lógico asearse más cuando se suda en verano que en los meses de frío, pero es una exageración muy cara hacerlo cinco o seis veces al día.
En la cocina el grifo no debe ser la banda sonora de la rutina diaria. Llenen el fregadero y frieguen con el tapón puesto y no con el agua corriendo. Esa es la práctica que consume más agua en el hogar. Lo ideal es fregar dos veces al día, tras la comida y la cena, y no cada vez que se utilizan utensilios de cocina o vajilla. Si se tiene friegaplatos, hay que esperar a que esté lleno, para no encenderlo más veces de las necesarias. Es un despilfarro de agua y de electricidad.
En cuanto a los aparatos aclimatadores, ya sean ventiladores o aires acondicionados, no los dejen encendidos en habitaciones vacías. Trabajan y gastan para nada.