¿Cómo gestionar el presupuesto familiar?

Ingresos menos gastos. Así de sencillo. Tanto entra, tanto podemos gastar. Y no hay más. Lo que hay que intentar ahora es que no necesitemos gastar más de lo que ingresamos. Eso es lo complicado. Y no solo para quienes llegan justos a final de mes, pues quienes tienen una economía más holgada también deben gestionar su presupuesto con cierta prudencia si no quieren descontarse y, cuando menos se lo esperan, encontrarse con un problema de saldo. De modo que vamos a daros unos cuantos consejos para gestionar la economía familiar y evitar sorpresas.

En primer lugar es importante llevar las cuentas al día. Saber en cada momento lo que hemos gastado y lo que aún no hemos pagado, para poder hacer una previsión en función de lo que cobraremos o hemos cobrado. Y para ello, lo más eficaz es ir apuntando todos y cada uno de los movimientos que se producen en nuestra cuenta. Sean pagos o ingresos. Así nos evitaremos sustos que nos descuadren el presupuesto.

Lo más práctico es controlar esos movimientos a través de la banca online, pero si lo desea el banco le enviará los extractos de cada movimiento por correo. Eso sí, se los cobrará.

Muchos de nuestros gastos mensuales son fijos y regulares. La hipoteca, el alquiler o algún crédito personal que podamos tener, por ejemplo. Sabemos que van a llegar, e incluso en qué fecha exacta, de modo que debemos ser previsores y tener saldo para hacerles frente. Evitaremos números rojos y avisos del banco. Además conviene ya no contar con ese dinero, pues aunque lo tengamos todavía, por decirlo así, está gastado de antemano.

Algunos consejos para gestionar las finanzas del hogar

Anticiparse a gastos extras

Anticiparse a épocas difíciles que implicarán gastos extra es básico para nuestra economía familiar. Por ejemplo, si nuestro trabajo (nómina) es de temporada, debemos tener en cuenta que fuera de temporada no cobraremos, pero tendremos gastos fijos que continuarán gravando nuestra economía. Hay que tenerlo en cuenta. Las navidades o las vacaciones de verano pueden ser otro ejemplo. Si no queremos renunciar a ciertos gastos debemos preverlos, y ahorrar para afrontarlos, o cuando lleguen nos provocarán un agujero y el consecuente problema.

En consonancia al punto anterior conviene recordar que si nuestro trabajo no es anual, sino de temporada, por bien remunerado que esté, deberá servir para compensar los meses de paro. Hay que ahorrar para cuando no haya ingresos. Nunca debe gastarse el dinero sobrante de un mes de bonanza, pues tal vez lleguen tiempos peores y el presupuesto necesite de una inyección adicional. Nunca está demás tener un colchón reunido durante los meses buenos.

Aun llevando la economía al día, nunca es mala idea intentar hacer un rinconcito. Un pequeño esfuerzo, por pequeño que sea, para ahorrar algo de dinero. Tanto puede ser un plan de pensiones o una cuenta ahorro, pues el mañana es una incógnita.

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