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Fondo de emergencia o cómo combatir los imprevistos desagradables

“Hombre prevenido vale por dos”. Otra brillante máxima del refranero español que deviene más vigente que nunca en tiempos de crisis como los presentes. Y es que las personas que se anticipan a los inconvenientes, que inevitablemente acaban surgiendo de un modo u otro y repercutiendo en nuestro día a día económico, acaban por evitarse muchos problemas y disgustos.

En términos financieros conocemos el fondo de emergencia como la partida económica reservada para gastos inesperados que puedan trastocar nuestras cuentas y crearnos un serio problema de liquidez para afrontarlos. El colchón económico, que es como cariñosamente se conoce en familia a esos ahorros pensados no para el ocio o los caprichos, sino para asumir una inoportuna avería del coche, un gasto extra de los niños en el colegio, un reparación doméstica inevitable, esas medicinas y gastos médicos imposibles de prever, o una eventual pérdida de empleo remunerado, y que lógicamente suponen un grave perjuicio para las economías familiares más modestas y ajustadas.

fondo de emergencia

Es aconsejable tener siempre un fondo de emergencia, siendo la cantidad recomendada unos seis meses de gastos fijos del hogar. Un cálculo que se argumenta en la media de tiempo que una persona puede tardar en encontrar un nuevo empleo en España. De este modo, puede usarse el fondo para neutralizar unos meses la falta de ingresos.

Esto no quiere decir que debamos ahorrar esa cantidad de golpe antes de abrir un fondo. No hay fórmulas concretas, ya que no se trata de un producto financiero que nos ofrezca un banco con unas u otras condiciones. Es una operación de prevención personal, y lo recomendable es calcular que cantidad podemos asumir como primera inversión sin que ello suponga un gran problema para nuestra economía, y después  ir incrementando el fondo con cantidades mensuales hasta alcanzar la cifra marcada. Para ello, puedes inscribirte en un programa de ahorro automático con tu banco para que transfieran la cantidad que hayas designado desde tu cuenta corriente a tu cuenta de ahorro con regularidad mensual.

No es recomendable ingresar el dinero del fondo de emergencia en una cuenta que tenga movimiento. La que se utiliza, por ejemplo, para domiciliar recibos y pagar tarjetas de crédito. Lo mejor es abrir una para este uso concreto. Y no utilices ese dinero excepto para verdaderas emergencias. De lo contrario el fondo perdería todo el sentido y a la postre su eficacia una vez aconteciera el imprevisto.

No tengas este dinero, que podría necesitar a corto plazo, invertido en depósitos a plazo fijo demasiado largo o en fondos garantizados que cobren penalizaciones por sacarlo antes de su vencimiento, ya que conviene tener acceso a ese dinero de manera rápida y sin coste cuando realmente se necesite.

Tampoco es buena idea meter el fondo en acciones, fondos de inversión de renta variable o renta fija a largo plazo. Podría ser muy rentable, pero en caso necesario de recuperar el dinero pudiera ser que su valor esté bajo, y entonces perderíamos buena parte de nuestro capital de emergencia.

Un fondo de emergencia no debe eliminar nunca la necesidad de tener cobertura adecuada para contingencias graves, a través de pólizas de seguros.

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