Finanzas de verano: precaución y sensatez antes de la vuelta
En la revisión de nuestras finanzas de verano tenemos que verificar, antes de volver:
- Si hemos gastamos más.
- Si hemos gastado peor.
- Si hemos sido más descuidados.
- Y si hemos realizado hasta ahora un seguimiento mucho más liviano de nuestra economía vacacional, eso si lo hemos hecho, que el que habitualmente realizamos en el día a día de nuestra economía doméstica.
Nada extraño, por otra parte. Resulta muy humano que nos demos un buen homenaje lúdico, gastronómico o cultural después de un año cargado de rutinas y obligaciones, pero nada nos impide, en estos últimos días de asueto, recuperar un poco de orden, precaución y sensatez a la hora de utilizar la cartera. Lo mejor de recuperar a tiempo los buenos hábitos en las finanzas de verano es que ello nos permitirá, paradójicamente, disponer de más tranquilidad para disfrutar de los últimos días de nuestro tiempo libre. Así que manos a la obra.
No es la primera vez que escribimos aquí sobre el tema. Hace exactamente un año, proporcionábamos 10 consejos para evitar sorpresas financieras en vacaciones. Merece la pena repasarlos porque siguen siendo útiles, incluso en la recta final:
- Aligerar nuestra cartera de documentos y tarjetas innecesarios.
- Utilizar las cajas de seguridad de los hoteles.
- Ser cuidadosos con cajeros automáticos y lectores de tarjetas sospechosos.
- Verificar regularmente los cargos en nuestras cuentas.
- No operar con nuestras entidades financieras en redes abiertas o cibercafés.
- Estar alertas en las aglomeraciones de gente.
- Informarse debidamente sobre nuestro lugar de destino.
- Dejar siempre nuestro vehículo vacío.
- Mantener un presupuesto.
- Disfrutar
Siendo todos ellas recomendaciones a tener muy en cuenta, si tuviera que escoger los tres consejos de finanzas de verano más importantes, estas serían: mantener el presupuesto que nos fijamos al inicio de las vacaciones, utilizar pocos medios de pago y verificar regularmente nuestros movimientos bancarios.
Respetar el límite de gasto vacacional
Establecer o respetar nuestro límite de gasto durante las vacaciones resulta clave. Se trata de ser conscientes en todo momento de lo que podemos hacer y lo que no con nuestros recursos disponibles, de cuando es factible darnos una alegría y si, en la recta final, conviene levantar el pedal financiero.
Traslademos al terreno del ocio las preguntas que tantas veces recordamos aquí:
- ¿Qué es lo que queremos?
- ¿Qué es lo que necesitamos?
- ¿Cuánto vale lo que necesitamos?
- ¿Qué es lo que nos podemos permitir?
Sobrecargar en julio y agosto nuestro crédito o exprimir nuestros ahorros más de lo razonable, en un prisma de las consecuencias de las finanzas de verano, nos conducirá a una dolorosa cuesta de septiembre.
Una última reflexión: para descansar, relajarse y disfrutar de la recta final de nuestras vacaciones no hace falta gastar como si no hubiera mañana. El tiempo, en sí, es un enorme tesoro. Emplearlo bien nos proporcionará enormes satisfacciones. Y no hacer nada puede ser una magnífica alternativa.
La mejor manera de controlar ese gasto que queremos limitar es atenernos a unos pocos medios de pago y utilizarlos de manera responsable. Pese a la comodidad de las tarjetas de débito y crédito, no despreciemos el dinero en metálico. En numerosas ocasiones, es más recomendable pagar en cash que comprometer nuestras tarjetas en un entorno inseguro: chiringuitos, bazares, mercadillos y establecimientos ubicados en zonas aisladas o poco conocidas son buenos candidatos al dinero contante y sonante. Ello no significa que vayamos cargados de billetes; llevemos lo necesario para cada salida.
Huelga decir que, en estrecha relación con lo señalado en el párrafo anterior, debemos conservar todos nuestros tickets, facturas o recibos y comprobar regularmente los cargos veraniegos. Aunque estemos de vacaciones, no basta con hacer un seguimiento a ojo de buen cubero. El proceso de verificación tiene dos etapas: en el momento del pago, hay que cerciorarse de si lo que estamos abonando es mucho, poco o si se corresponde con la realidad de lo gastado, consumido o contratado. Después, si hemos utilizado dinero de plástico, toca comprobar que el cargo final en nuestra entidad financiera cuadra con el recibo.
Hábitos saludables en las finanzas de verano
Detectar tempranamente cargos duplicados, indebidos, compras que no hemos hecho, etc. nos permite avisar de forma inmediata a nuestro banco y evitar desagradables sorpresas. El fraude está a la puerta de la esquina, máxime en el período estival. Por ello, también es muy necesario viajar siempre con una tarjeta de reserva, que sólo utilizaremos en caso de que nuestro medio de pago principal quede comprometido o bloqueado por algún incidente de seguridad.
En definitiva, estamos ante unas recomendaciones basadas en la prudencia y la sensatez que, de tantas veces repetidas, pueden resultarnos cansinas e innecesarias. El problema es que es cada año volvemos a cometer los mismos errores y tenemos disgustos similares por no observar los consejos aptos para llevar adecuadamente nuestras finanzas de verano. Por ello es necesario insistir en ellas una y otra vez, en cada período vacacional o fuera de él, hasta convertirlas en hábito. Cómo escribió Aristóteles:
«Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un hábito.»
Tratemos, pues, de ser excelentes también en nuestras finanzas de verano, aunque sea en la última semana. No es tan difícil. Never surrender, queridos lectores.