Etimología financiera (II): ¿de dónde vienen las palabras «crédito», «dinero» o «hipoteca»?

Saber de dónde vienen las palabras es una curiosidad que no ocupa lugar. Tal vez sirva de poco, pero resulta tan interesante como a veces sorprendente. Un entretenimiento que a la vez puede enseñarnos algo acerca del lenguaje que utilizamos a diario, pues al decir etimología financiera no nos referimos al origen de complejos términos económicos, sino de algunas palabras tan comunes en nuestro vocabulario como lo son las hipotecas, el crédito o el propio dinero.

Ayer, en la primera entrega de nuestra serie de etimología financiera, hablábamos de términos más genéricos como la propia economía o las palabras banco y bancarrota, evidentemente relacionadas.  En este segundo episodio terminológico nos hacemos eco de los orígenes de algunas más concretas, que sin duda resultan de lo más interesantes.

El origen de las palabras económicas

Crédito

Quien más quien menos tiene algún crédito bancario en su debe. Pero más allá de tener que devolverlo con los intereses que genere, tal vez les interese saber de dónde proviene la palabra. El origen de crédito hay que buscarlo en el latín: credititus, que es la sustantivación del verbo credere: creer, y que significa «cosa confiada». De modo que crédito originalmente significaba confiar o tener confianza. Es decir, en materia económica  se entiende por crédito la confianza que se tiene en la capacidad de un individuo de cumplir con una obligación contraída.

Dinero

Si iniciamos este párrafo preguntando de dónde viene el dinero, pensarán ustedes que vamos a hablar de otra cosa, de modo que matizaremos. La pregunta concreta sería ¿de dónde procede la palabra dinero? Y la respuesta es que el origen está en el término del latín Denarius, que era el nombre de una moneda cuyo valor inicial era de diez ases. Y a su vez, el Denarius procede del adjetivo distributivo DENI (cada diez), derivado del numeral DECEM (diez). De ahí derivó el nombre de dinero, que en la España Medieval no era genérico, sino una moneda usada en los reinos de Castilla, Aragón y Cataluña. También comparte la raíz latina el dinar, nombre de una moneda usada en diversos países árabes.

Hipoteca

Si antes decíamos que casi todos tenemos algún crédito pendiente en nuestra carga financiera, qué decir de las hipotecas, tal vez el mayor compromiso económico de toda familia en nuestra sociedad – excepcionales afortunados aparte -. Pero ¿de dónde procede la palabra en cuestión? Pues viene del griego Hypotheke, compuesta por el prefijo Hipo (debajo de) y Theke (caja, bolsa, depósito, colección de cosas depositadas). Hay que tener en cuenta también que en griego clásico, en sus inicios, el término significó fundamento o cimiento, por lo que la palabra derivó hasta significar el préstamo que ha venido a sustentar y a apoyar la tenencia de unos bienes, que de lo contrario se hubieran perdido (hundido). Algo que en cualquier caso ocurrirá si no se salda la deuda con el acreedor.

Embargo

Aunque se ajuste más a la definición de una consecuencia financiera que a un término propiamente económico, lo cierto es que los embargos están tristemente ligados a nuestra actualidad, y siempre tienen que ver con el dinero. O más concretamente con su ausencia.

Embargo es una palabra que deriva del verbo embargar, y éste del latín imbarricare formado por el prefijo in (im antes de b en castellano), y el término barricare, que significa impedir. De ahí el origen de las barricadas, por ejemplo, cuyo significado no está lejos de la realidad de algunos embargos. Son curiosas y tristes las connotaciones de esta dramática palabra aplicada a la economía.

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