Estafas en Internet II: Encontrarse con un vendedor/estafador
Igual que cuando empezamos a manejar una bici y el miedo a caernos es más que evidente, cuando compramos por Internet es posible que tengamos reticencias si se trata de un medio que no conocemos del todo.
No hablamos, entonces, de las posibles incidencias de una compraventa normal, como retrasos razonables en la entrega o algún tipo de problema con las especificaciones, uso o funcionamiento. En este caso nos ocupamos de ocasiones en las que haya existido un engaño premeditado y razonablemente evidente, un ardid, por así decirlo, con el único objetivo de engañarnos y beneficiarse. Por ejemplo, poniendo a la venta productos que nunca van a ser entregados, que son copias o falsificaciones… En estos casos, la solución pasa por:
a) Comunicar la incidencia al proveedor. Si creemos que nos ha engañado, debemos comunicárselo inmediatamente al vendedor mediante los medios que haya puesto a nuestro alcance (algo sobre estos medios y la posibilidad de devolución ya hablamos en este mismo blog hace un tiempo para aclarar si nuestras sospechas son fundadas o ha existido algún tipo de error).
b) Si el proveedor no contesta, o no lo hace como consideramos oportuno, y siempre y cuando hayamos realizado la compra con una tarjeta de crédito (las de débito suponen pago directo y no ofrecen esta posibilidad) podemos solicitar a nuestro banco que anule el cargo, y poner a disposición del vendedor el producto en cuestión para su retirada. De ahí el consejo de utilizar, para Internet, tarjetas de crédito y no de débito que tienen más posibilidades de admitir este tipo de acciones.
c) Al tratarse de una compra online, los compradores están protegidos por la Ley de Consumidores y Usuarios (especialmente proteccionista para el consumidor), por lo que podremos denunciar el hecho en la comisaría de policía más cercana y ponerlo también en conocimiento de las oficinas de consumo de la comunidad autónoma o del ayuntamiento pertinente. Para esto que necesitaremos presentar los tickets, comprobantes y resguardos bancarios de los cargos recibidos y realizados, por lo que es extremadamente conveniente guardarlos bien siempre.
Mi experiencia personal es que las posibilidades de tener uno de estos tropiezos por la red existen, pero, cada vez más, podemos sentirnos tranquilos al contratar o realizar nuestra particular vida online.
Por supuesto, siempre es recomendable, por más que Internet sea un fenómeno global, tratar de comprar en páginas solventes, e incluso que pertenezcan a empresas afincadas en España (aunque sea solamente por las ventajas que pueda traernos la cercanía física). A fin de cuentas, aparte de echar una mano a la generación de negocio por estos lares (que vista la situación no viene nada mal), a la hora de hacer una reclamación puede ser sustancialmente más fácil hacerse entender con una empresa afincada en Badajoz, Madrid, Bilbao, Valencia o Valdemorillo de Abajo (por ejemplo) que con los operadores de la empresa de Taiwán o Hong Kong.
La existencia de páginas de compra segura, de los sellos de calidad que indican la ausencia de riesgos, de la posibilidad de compra en páginas con protocolos HTTPS (protocolo seguro de transferencia de hipertexto), y de sistemas específicamente ideados para la compra en Internet (como Paypal, por ejemplo) han facilitado enormemente que cada vez sea más seguro salir de compras online sin miedo a incidentes desagradables.