Errores más frecuentes del emprendedor y cómo evitarlos

No es fácil emprender, y aún menos hacerlo con éxito. El autoempleo es una aventura laboral compleja, que debe acometerse con prudencia y suficiente información socio laboral como para tener ciertas garantías de viabilidad. A continuación enumeramos  los errores más frecuentes del emprendedor para que puedan evitarse.

La primera y más común de las equivocaciones es dar por supuesta la viabilidad del negocio. Una buena idea no es suficiente para desarrollar un proyecto y llevarlo a cabo con éxito. Del mismo modo que también es frecuente no tener claro cómo es el cliente, lo cual nos lleva a errar en nuestras estrategias comerciales. Hay que ponerse en la piel del consumidor a la hora de adquirir su producto o servicio para saber qué y cómo ofrecérselo.

Los productos no interesan por igual a todo el mundo. Es importante identificar a quién interesa el producto o servicio. Es aquí donde cobra importancia el estudio del mercado en el que se quiere competir.

Un buen producto no basta, hay que darlo a conocer. Los clientes no llegan solos. Sin anuncios publicitarios o estrategias de marketing es difícil que los clientes se enteren de su existencia.

Un emprendedor no es por definición un buen tesorero, pero debe asegurarse de no descuidar ese aspecto. Es un error muy común olvidarse de cuánto necesitará para pagar el día a día de su negocio hasta que empiece a ganar más dinero del que gasta. Una previsión realista es básica para iniciar cualquier proyecto. Y nunca debe darse por segura a financiación externa. Los bancos solicitan garantías a la hora de conceder préstamos, y se fijan en que los proyectos sean viables, pues esa y no otra es la primera garantía de la devolución del préstamo. Si no se presenta un buen proyecto, tal vez no se consiga financiación.

No subestimar la importancia de los permisos. Abrir un negocio sin los permisos legales necesarios es correr un riesgo administrativo que puede dar al traste con cualquier proyecto. El papeleo es engorroso, pero no debe ignorarse ni aplazarse, pues a menudo los plazos son largos y complejos, y podrían obligarnos a retardar la apertura del negocio con los perjuicios que ello conlleva.