El fin de las mascarillas en el transporte público

La pandemia está en sus horas más bajas y la tan ansiada normalidad es ya casi una realidad total en nuestro día a día. Y la última conquista, por así decirlo, es que el Gobierno ha eliminado el uso de las mascarillas en el transporte público. Ya no es obligatorio desde el pasado 8 de febrero.

Eso sí, las mascarillas no han desaparecido del todo, pues seguirán siendo de uso obligatorio en los centros y servicios sanitarios, en las farmacias y para las personas que trabajan y visitan los centros sociosanitarios con el objetivo de proteger así a quienes viven en ellos. Se van eliminando poco a poco, pero conviene ser cautos.

Eso sí, las autoridades sanitarias siguen aconsejando el uso responsable de las mascarillas a las personas que presentan sintomatología compatible con una infección respiratoria aguda y a las personas vulnerables. Tanto para protegerse uno mismo como a quienes nos circundan. Además, también se recomienda su uso en espacios cerrados y en eventos multitudinarios, así como en el entorno familiar y en reuniones o celebraciones privadas, en función de la vulnerabilidad de los participantes, ya sea por cuestiones de salud o por edad.

Según los expertos de Salud, en estos momentos la incidencia acumulada a 14 días en mayores de 60 años es de 50,7 casos por 100.000 habitantes. Y las camas ocupadas por pacientes COVID representan un 1,6%, una de las cifras más bajas de la pandemia. Unos datos que han permitido tomar la decisión de eliminar la obligatoriedad de las mascarillas en el transporte público.

Además, desde el Ministerio recuerdan que se han administrado más de 110 millones de dosis de vacunas contra el COVID; el 93% de las personas mayores de 12 años tienen la pauta completa y más del 75% de los mayores de 80 años ya tienen la segunda dosis de refuerzo. Unas cifras que permiten dibujar un escenario cada vez más tranquilizador, aunque nunca hay que bajar la guardia.

Y en otro orden de cosas, para todos aquellos que se deshagan de las mascarillas, recordad que no debemos lanzarlas a cualquier sitio. Han sido necesarias, pero también muy contaminantes a causa de las malas conductas cívicas.

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