¿Debemos creernos todos los sellos de los envases de alimentos?
Los sellos de certificación proliferan con la intención de ayudar a tomar decisiones a los consumidores en la compra, pero en realidad son tantos ya, y con tan diversas intenciones, que no es exagerado decir que buena parte de ellos también buscan manipular esas compras en beneficio propio. A menudo son poco más que argumentos de marketing que buscan diferenciar su oferta. Y para escapar a esta influencia publicitaria, desde la OCU explican que para distinguir los sellos útiles de aquellos que no lo son, conviene buscar los que acreditan un trabajo de certificación y supervisión independientes de la propia marca, y que son, por lo tanto, controles objetivos. Hay que saber leer las etiquetas.
Algunas etiquetas a tener en cuenta
Por otro lado, desde la organización defensora de los consumidores lamentan que esta proliferación de etiquetas resta credibilidad al conjunto, cuando algunos de estos sellos son realmente importantes, y garantizan la calidad y la procedencia de los productos. Son ya tantas las certificaciones que los usuarios se saturan y directamente las ignoran o no les otorgan su valor real.
Algunas de las etiquetas más frecuentes y que la OCU recomienda tener en cuenta son: las de “Alimentos ecológicos” (Etiqueta Ecológica Europea), la “Denominación de Origen Protegida”, que en España engloba más de 100 alimentos diferentes, las “Marcas autonómicas”, controladas por las diferentes comunidades para que cumplan la normativa, los “Sellos de sostenibilidad”, que pueden ser tanto genéricos como por sector o actividad, los “Vegetarianos o veganos”, “Sin gluten” e incluso los “Sellos religiosos”, revisados por la autoridad religiosa pertinente. Sería el caso de la “Garantía Halal”, para productos fabricados en base a los preceptos de la ley islámica, o la certificación Kosher, que cumplen las normas religiosas basadas en el Talmud y la Torá y aptos para consumir por judíos practicantes