Contactless, tecnología inalámbrica para agilizar pagos, ¿cómo funciona?
Una tecnología que ya nos permite también pagar desde la mayoría de los teléfonos móviles, lo cual facilita aún más nuestras opciones de pago, que primero nos permitieron prescindir del dinero en metálico y ahora incluso de las tarjetas de crédito o débito.
El contactless es también muy útil para sacar dinero de los cajeros automáticos, ya que estos, al igual que los datafonos, si disponen de la tecnología inalámbrica, nos permiten disponer de nuestro dinero sin tener siquiera que introducir la tarjeta.
En cualquier caso, hay que decir que si nuestra tarjeta tiene el chip NFC pero el receptor no tiene contactless, o si simplemente ha fallado la comunicación entre los dos terminales, se podrá usar la tarjeta del modo tradicional y será perfectamente válida.
El importe a pagar con las tarjetas está sujeto a un control, que de algún podo responde a cuestiones de seguridad. Así, si la compra que se pretende pagar no supera los 20€ solo hay que acercar la tarjeta al datafono. No hace falta teclear el PIN ni firmar. En cambio, si el montante supera los 20€ el pago deberá efectuarse de modo tradicional. Es decir, acercar la tarjeta al terminal y después introducir el PIN o firmar un recibo.
El funcionamiento de pago es muy sencillo. Si estás en una tienda sólo tienes que indicarle al dependiente que quieres pagar mediante contactless. Él tecleará el importe y sólo tienes que acercar la tarjeta al terminal TPV. En el caso de máquinas (como por ejemplo las que cobran el servicio de parking) es mucho más sencillo y rápido. El terminal muestra el importe a pagar, acercas la tarjeta y listo.
Dudas de seguridad
Aún y así, el sistema contactless ha sido criticado en cuanto a seguridad se refiere, ya que en caso de robo de la tarjeta, el ladrón podrá efectuar tantas compras de menos de 20€ como desee, ya que no se verá obligado a identificarse ni a teclear el PIN.
Por otro lado, hay especialistas en seguridad cibernética que han demostrado otras manera de aprovechar las debilidades del sistema contactless. Así pues, por ejemplo, una app maliciosa en el móvil, con capacidad para leer de forma inalámbrica los datos de nuestra tarjeta, podría robarlos. Bastaría que móvil y tarjeta estuviesen en el mismo bolsillo. Después, la app mandaría los datos a otro smartphone, desde el que se pagarían compras por cantidades que no necesitan PIN.