«Consumir sin consumirse», o cómo educar al consumidor
Si dejamos de lado los aspectos emocionales de la vida, bien podríamos decir que desde una perspectiva práctica y rutinaria, vivir es trabajar para consumir. Y es que no hay ámbito alguno de nuestra existencia que, de un modo u otro, no implique el consumo: vivienda, transporte, ocio, alimentación, educación, etc. Es imprescindible, y como tal nos afecta en todos los capítulos de nuestra vida, tanto en el económico, como el sociológico, cultural o ideológico. De modo que conviene tomar conciencia de lo que significa el consumo para nosotros, y gestionarlo de tal manera que nos enriquezca, que nos satisfaga, y que en ningún caso suponga un conflicto o una preocupación. Es decir, ya que es inevitable, hay que saber “Consumir sin consumirse” (José María Arana, Ediciones Pirámide – 2015).
Es muy difícil, casi imposible, diría yo, pasar un día entero sin consumir de algún modo. Sin tomarse un café, sin comprar unas verduras, sin coger un taxi, sin ir al cine o contratar una nueva plataforma televisiva. Y ya no digamos sin beber agua o encender la luz. Consumir forma parte de nuestra cotidianeidad. Es nuestra cotidianeidad. El consumismo es el modus operandi en el modelo social capitalista en el que vivimos. Y lo es desde el principio, pues en él nos educan y la infancia es ya una etapa activamente consumista. Tal vez una de las que más.
Consumo infantil
Desde muy pequeños los niños son consumidores, ya que, por un lado, adquieren múltiples productos y, por otro, son generadores del consumo de los adultos; consumen cuando son menores y seguirán siendo consumidores adultos. Por tanto, hay que educar al consumidor, ya que de no hacerlo corremos el riesgo de quedar esclavizados por el consumismo a modo de ideología, enganchados a la idea de que consumir es lo que hace girar el mundo globalizado. Y eso puede salir muy caro, o ser muy frustrante si no puede pagarse.
Esa educación es fundamental, y por ello José María Arana, profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca, la aborda en su libro “Consumir sin consumirse”. La formación para el consumo entendiendo éste en su más amplia acepción y desde una perspectiva global, ya que es uno de los derechos más ejercidos por los ciudadanos en el actual modelo de la sociedad moderna.