Consejos elementales para invertir su dinero con cabeza
El primero de todos los consejos podría parecer de Perogrullo, pero es fundamental no invertir nunca en un producto que no entienda. No se fíe de explicaciones complejas ni en experiencias ajenas si usted no lo ve claro. No dude en preguntar y en informarse. Una vez hecho, puede ser tarde.
Por ello, es esencial conocer bien sus objetivos financieros y su tolerancia al riesgo antes de elegir las inversiones. Solo así sabrá con seguridad cuáles se adecuan a su perfil como inversor.
No dude en buscar consejo profesional para la toma de decisiones de inversión, pero recuerde que la responsabilidad final es suya. Una cosa es asesorarse y otra dejarse condicionar o que decidan por usted. Y en el momento de invertir elija un intermediario autorizado y registrado en la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores).
No firme nunca ningún contrato ni realice aportaciones de capital sin conocer antes las condiciones. Para ello pregunte a la entidad todo lo que no entienda y tantas veces cómo sea necesario. Recuerde que el inversor es usted y ellos quienes le venden la inversión. Si no le convencen o persisten las dudas, puede acudir a la Oficina de Atención al Inversor de la CNMV.
Destine a la inversión solamente el excedente entre sus ingresos y sus gastos comunes. Y cuando ya tenga claro cuál es su perfil inversor, su capacidad y sus objetivos, apueste por la diversificación. Invertir todo el dinero en un mismo producto nunca es la mejor opción.
El largo plazo ofrece un plus de seguridad en nuestras inversiones. Los mercados suben y bajan, pero a largo plazo suele haber más subidas que bajadas.
No es una buena idea seguir las modas en materia de inversiones. Hay que guiarse por nuestras motivaciones o convicciones, no por lo que hace la mayoría o la inercia de mercado. Y tampoco es recomendable invertir siguiendo impulsos emocionales. La visceralidad no es una buena consejera. Con el dinero conviene ser racional.
Las rentabilidades históricas no son ninguna garantía de rentabilidad futura. Nadie sabe lo que depararán los mercados ni podrá anticiparse con criterio analizando sus evoluciones en el pasado.
Si alguien le ofrece una inversión “demasiado buena para ser verdad” lo más probable es que no sea verdad. Desconfíe de los chollos. La rentabilidad y el riesgo siempre van unidos: si el producto le ofrece una expectativa de altos rendimientos, con toda seguridad estará asumiendo riesgos elevados.