Andrés Lima: “ninguna crisis, ni política ni económica, acabará con la cultura, porque es consustancial al ser humano”

Como actor de cine ha trabajado con directores de la talla de Milos Forman, Fernando León, Icíar Bollaín o Imanol Uribe. Como director teatral es uno de los referentes más relevantes de nuestro entorno. Con la compañía ‘Animalario’ supo lo que es ganar el Max y el Premio Nacional de Teatro. Pero más allá de galardones y reconocimientos, la huella de Andrés Lima (Madrid, 1961) permanecerá para siempre en algunos de los mejores montajes de la escena contemporánea española: maravillas como Hamelin, Marat/Sade o Urtain, todas ellas al frente de la mencionada y prestigiosa Animalario. Ha dirigido textos de grandes ‘de ahora’ – Juan Mayorga, Cavestany… – y también de dramaturgos clásicos (Shakespeare, Weiss …). Un hombre de cine, de teatro, de la cultura en general, que nos da su opinión de cómo ve, entiende y padece las actuales políticas culturales y sus consecuencias financieras. Y de paso, desde luego, nos habla también un poquito de su último trabajo escénico: El malentendido de Albert Camus, coincidiendo con el centenario del nacimiento de este otro clásico de la dramaturgia universal.

Domestica tu Economía - Entrevista a Andrés Lima

Pese a la crisis, especialmente virulenta en materia cultural, Andrés Lima no deja de trabajar. Acabas de terminar una versión bastante sofisticada de El malentendido de Camus y ahora te vas al País Vasco a experimentar con un encargo aún en construcción del que aún no nos das demasiadas pistas.

Soy un privilegiado por poder sacar adelante proyectos o recibir encargos interesantes, pero eso no significa que no padezca la crisis. Se trata de una depresión global y todo el sector se ha resentido. Los presupuestos, los sueldos, las giras, los precios de las entradas… Lo cierto es que estamos viviendo un sinsentido en muchos aspectos.

¿La crisis y los que la gestionan están siendo especialmente duros con la cultura en general, y el teatro en particular?

En España, el gobierno actual está arremetiendo contra la cultura como Sant Jordi contra el dragón. Con el 21% de IVA cultural, el cine, por ejemplo, va a sufrir muchísimo. Llegará al borde del precipicio. Si no hay una animadversión real, no entiendo lo que están haciendo con el sector cultural. Realmente está siendo cruel.

Has trabajado mucho en el extranjero; ¿cómo está la cultura en otros países europeos?

Mejor. A todos los niveles. Y no solo en Francia, que siempre es el referente inmediato, y se podría decir que está en Venus en comparación con nosotros, sino también en la mayoría de los países del norte de Europa. Pero no hay que ser muy observador para darse cuenta de ello. Basta con ver que en España ya ni siquiera existe el Ministerio de Cultura, y con eso está todo dicho.

¿Y por qué piensas que está pasando esto en España?

Es difícil de entender, la verdad. Yo creo que cuanta más cultura tiene una persona más cuestiona las cosas, y si cuestionas, si tienes criterio y opinión propia, eres más molesto para un gobernante que si dices amén a todo. Pero de todos modos no creo que quienes gobiernan estén exactamente en contra de la cultura en términos absolutos, sino más bien en términos de rentabilidad. Para ellos este concepto es mucho más importante. No es tanto una cuestión ideológica como práctica. Sacan pocos réditos de la cultura.

¿El 21% de IVA, cuatro veces superior al de algunos de nuestros países vecinos, acabará con el teatro?

No. Ha sido un golpe muy duro y nos estrangula un poco más aún si cabe, pero con el teatro no podrán. Hay otras disciplinas, como el cine, que lo pasarán peor, porque dependen más de una industria y de las inversiones; pero el teatro es diferente. Es consubstancial al ser humano. La experiencia teatral ha existido y existirá siempre. Si ahora mismo salimos a la calle y empezamos a chillarnos el uno al otro y a gesticular, inmediatamente tendremos público para nuestra función. Es espontáneo y puede hacerse con producción cero. Tal vez tendremos que volver a los orígenes, cambiar los modelos y formatos existentes, volver a empezar de cero, pero nadie acabará con el teatro por mucho que lo maltraten. Es un rito natural del hombre, como la cultura en general, y no va a morir nunca, moleste a quien moleste.

Y por cierto, para no hablar solo de política económica y problemas, háblanos un poco de tu último trabajo. ¿Por qué Camus?

Bueno, el verdadero porqué es que me lo encargaron con motivo del centenario de su nacimiento. Es decir, que no ha sido un proyecto estrictamente personal. Pero ha coincidido con una de mis inquietudes, eso sí, porque hacía mucho tiempo que quería montar una de sus obras. Es sin duda uno de los autores más contemporáneos entre los clásicos del teatro europeo. Sus obras siempre permanecen vigentes. Y concretamente «El malentendido», enmarcado en el escenario de una Europa ocupada por los nazis en los años 40, tiene toda una serie de lecturas tremendamente actuales que te permite hacer muchos paralelismos con nuestra deprimida realidad de hoy, lo cual hace crecer la propuesta y te permite modernizar los planteamientos sin traicionar la esencia del texto. Concretamente nosotros hemos utilizado mucho el lenguaje audiovisual, y eso ha sofisticado la estética del montaje y ha reforzado su dramatismo; aunque la verdadera fuerza del conflicto siga residiendo en el texto de Camus.

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