Cuando viajamos en Taxi, ¿cuáles son nuestros derechos?
El primer derecho que tenemos como usuarios de un taxi es, precisamente, utilizarlo. Un taxista no podrá negarse a darnos transporte dentro de su ámbito de actuación (puede negarse si salimos de la zona en la que tiene licencia, como por ejemplo si le pedimos que nos lleve de Barcelona a Huesca) si está de servicio, salvo casos excepcionales, como por ejemplo que el viajero se encuentre bajo efectos de alcohol o drogas, o que viaje con animales sin el debido transporte (los perros guía tienen derecho siempre a viajar). Respecto al hecho de estar de servicio, los taxis llevan una letra en la carrocería indicando el día de descanso que tienen asignado a la semana (L, M, X, J, V, S o D) y además puede que tengan turno de día o de noche, o que se encuentren en desplazamiento para buscar a otro viajero. De ser este el caso no estarán obligados a para a atendernos.
Los precios son uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de realizar un trayecto en taxi, y han de estar claramente indicados en el interior del taxi de modo que podamos saber las tarifas que se aplicarán dependiendo de la hora y, en caso de existir, de puntos de recogida o destino (como por ejemplo los casos de transporte al aeropuerto, con tarifa especial).
Además, siempre debe indicarse el precio de bajada de bandera, y contar con un taximetro claramente visible, tanto de día como de noche, que deberá pararse si el trayecto se interrumpe por causa no imputable al viajero o al normal discurrir del tráfico. En este sentido, en caso de accidente del taxi, de parada para reponer gasolina, averías… deberá pararse el taxímetro hasta que se reinicie el viaje, sin que sea preciso una nueva bajada de bandera (es el mismo trayecto).
Es importante recordar que no podrán solicitarnos pagar nada si el conductor olvidara poner en funcionamiento el contador al iniciar un servicio, y que el taxista tendrá siempre la obligación de avisarnos si salimos del casco urbano, ya que en ese caso deberemos pagar en concepto de “indemnización por retorno” una tarifa adicional.
Siempre que no sea excesivo /que entre, literalmente), ni peligroso o causante de deterioros en el coche, podremos llevar equipaje con nosotros, sin tarifa adicional.
Cuando vayamos a realizar el pago, podemos exigir factura con los datos de identificación del taxista (que incluyen número de licencia) y del servicio prestado (origen, destino, fecha, hora y precio). Es importante recordar que el conductor únicamente tiene obligación de llevar cambios para el pago hasta la cantidad de 20 euros, por lo que si llevamos un billete demasiado grande y debemos bajar para conseguir cambios, puede dejar el taximetro en marcha hasta que volvamos (en caso contrario, por ejemplo si debe bajarse porque no tiene cambios de menos de 20 euros, deberá pararlo hasta su vuelta).
Respecto al trayecto, están obligados a llevarnos por el más corto (nada d darnos un paseo turístico 3 kilómetros más largo de lo necesario) o a seguir las indicaciones que les demos respecto al mismo. Eso sí, si indicamos un trayecto elegido por nosotros que incluye peajes o costes adicionales, deberemos pagarlos aparte.
Adicionalmente, tendremos derecho a un taxi en condiciones de higiene y comodidad adecuadas, a solicitar que el conductor no fume y que las ventanillas y demás servicios de seguridad funcionen correctamente, así como a un trato correcto y el cumplimiento de las normas de circulación en todo momento.
Los taxis son unos grandes aliados en el día a día de las ciudades, y sirven en muchos casos para conocer de cerca como funciona un lugar, como son sus gentes y sus costumbres. Si esta imagen deja que desear por culpa de un taxista que no respete nuestros derechos siempre podremos solicitarle hoja de reclamaciones y contar con la presencia de la policía. Además de servirnos para defender nuestros derechos estaremos ayudando a que la imagen de nuestra ciudad sea mejor, o al menos tan buena como lo son la mayoría de profesionales del taxi, que al final se llevan la mala fama por culpa de unos pocos, cuando su labor es indispensable para nuestro día a día (y a menudo muy sacrificada). Que le vamos a hacer, ¡siempre nos gusta más contar cuando nos ha pasado algo malo!