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Etimología financiera (III): ¿De dónde vienen palabras como contabilidad, ahorrar o hucha?

Continuamos con nuestro viaje etimológico a través de la economía. ¿De dónde vienen las palabras que usamos a diario?

En anteriores entregas desentrañamos el origen de algunos términos genéricos, pero quedan muchas palabras por descubrir, y su procedencia es tan interesante como curiosa. Ahí van algunas más.

etimología financiera

Contabilidad

La palabra contabilidad proviene del verbo latino “coputare”, el cual significa contar, tanto en el sentido de comparar magnitudes con la unidad de medida, es decir “sacar cuentas”, como en el sentido de “relatar”, o “hacer historia”. Por tanto, bien podríamos decir que hacer la contabilidad es como contar la historia de nuestra propia economía; y como siempre hay algunos cuentos más tristes que otros.

Acreedor

Su etimología proviene del verbo activo transitivo “acreer”, que significa dar algo prestado a cambio de una prenda o sin ella. Pero hay que añadir el sufijo “dor”, que hace referencia a la persona que suele hacer la acción. Se compone por tanto, procedente del latín, de la forma verbal “credere”, que significa prestar, y el mencionado sufijo; es decir, persona que presta. Aunque al término habrá que sumarle la connotación actual de… “y espera recuperar lo prestado”.

Ahorrar

Tal vez sea el del verbo ahorrar uno de los orígenes etimológicos más curiosos de cuantos hemos recopilado para esta serie de artículos. La palabra tiene el mismo origen que en portugués alforria , que significa “liberación de un esclavo”. Algo que se repite con el mismo sentido en gallego y en asturiano (aforrar). En cambio, los términos utilizados para expresar el ahorro en Francia, Italia y Alemania provienen del germánico sparanjan, que hace referencia a “librarse de un esfuerzo”. La mezcla de ambas podría considerarse la etimología del uso actual del término, pues en el siglo XVII ahorrar todavía significaba poner en libertad a un esclavo, aunque ya en el siglo XIII se entendía también como el hecho de liberarse de una carga. Es decir, ahorrar esfuerzos por un lado y en la manutención del esclavo por el otro. Y de ahí hasta hoy.

Despilfarrar

En el extremo contrario del ahorro está el despilfarro, un concepto de extraño origen etimológico. La palabra despilfarrar proviene de “pelfa”, que a su vez deriva del vocablo felpa. Originariamente esta palabra fue utilizada para definir la acción de reducir la felpa a jirones o a hilachas. Con esta idea de destrozar la vestimenta, el vocablo pasó a estar relacionado a la idea de derrochar y/o malgastar las cosas.

Hucha

Y para acabar una palabra con connotaciones hasta cierto punto infantiles, la hucha. Un término que viene del francés “huche”, el cual apareció por primera vez a finales del siglo XII a partir de “huge” (latín medieval “hutica”: arca), e influenciada por la voz alemana “hüten”, que quiere decir guardar.

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