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¿De qué hablan cuando hablan de Bonos Convertibles?

¿Le interesa invertir en un Bono Convertible? Si usted dispone de algunos ahorros y está buscando destino para ellos, no tardará mucho en toparse con alguien que le haga esta pregunta.  Tras los estragos de la crisis financiera, este tipo de productos financieros han ido ganando terreno entre los inversores de Europa y Estados Unidos. Un estudio del Banco de Inversión UBP asegura que desde 2008 a 2014 el volumen de bonos convertibles en EEUU se disparó un 12,7%  y en Europa un 13,3%.  Solo en 2014, la emisión de este tipo de productos alcanzó los 100 billones de dólares en todo el mundo.

Bonos Convertibles

Pero  que sea un producto de moda, no lo convierte en fácil de entender para lo que los americanos llaman habitantes de Main Street, es decir la gente corriente, a la que cada vez se les ofrece más esta alternativa de inversión.

Por eso, no está de más tener a mano una guía básica para saber de qué hablan cuando hablan de Bonos Convertibles y, sobre todo, para ser capaces de analizar hasta qué punto esa inversión es o no interesante para un ahorrador no profesional.

Para empezar, abordemos lo básico. ¿Qué es un bono convertible? Técnicamente se trata de un producto financiero definido como híbrido porque combina renta fija y renta variable.

Las  empresas que lo emiten bien podrían llamarlo préstamo puro y duro, pero en ese caso, tal vez, no resultaría tan atractivo. Lo cierto es que la emisión de bonos es la fórmula que tienen las empresas de pedir crédito a muchos pequeños inversores en lugar de recurrir al banco tradicional.  A cambio del dinero, la empresa entrega un bono acompañado de una rentabilidad (cupón) durante un tiempo determinado que es la vida del producto financiero. Cumplido este tiempo, devuelve la cantidad principal al inversor.

En principio responde a una lógica muy similar a una hipoteca pero al revés.  En su versión más simple, un bono sería un producto financiero de renta fija cuya seguridad está ligada a la capacidad de la empresa para pagar el cupón y devolver la cantidad invertida por el ahorrador al final de la  vida útil de producto.

La complejidad llega cuando ese bono  además es convertible en acciones, porque con ese canje el producto pasa de ser renta fija a convertirse en renta variable con el riesgo de variación de precio que conllevan las acciones. Es, justo en ese proceso de cambio, en el que cualquier inversor en un bono convertible debe poner especial cuidado y leer hasta la última coma de los folletos informativos.

Hay dos opciones. Que el cambio sea voluntario, con lo que el riesgo se atenúa. El inversor podrá decir si quiere cambiar su bono por acciones en el caso de que, el precio de las mismas, implique una mayor rentabilidad; en caso contrario podrá quedarse con su bono hasta el final y cobrar sus cupones periódicos sin más complicación.

Pero ¿qué pasa si la emisión de ese bono convertible fija una fecha de canje obligatoria y en algunos casos hasta se fija un precio de canje? Esta situación debe alertar a cualquier inversor no profesional.  En este caso el riesgo es máximo y como tal debe ser considerada la inversión. Y es que, conviene saber que si en el momento fijado para el canje las acciones valen menos de lo que marca su contrato, no habrá vuelta atrás. Tendrá que pagarlas al precio fijado con el consiguiente riesgo de perder parte o toda la inversión.

Normalmente este alto riesgo está muy relacionado con la rentabilidad que ofrecen esos bonos convertibles. Así que cuando la rentabilidad esté muy por encima del resto de productos financieros similares puede darse el lujo de sospechar, leer con más atención el folleto de emisión, e incluso consultar con un asesor financiero de confianza.

Y recuerde que si solo si entiende a la perfección un producto financiero debe invertir en él.

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