Lo que nunca debes preguntar en una primera entrevista de trabajo
En una entrevista de trabajo, además de dar a conocer tus aptitudes y tu predisposición laboral, se debe intentar causar una buena impresión, tanto en el aspecto como en la actitud. Por ello puede ser muy apropiado hacer alguna pregunta al entrevistador durante el proceso, ya que eso denotará interés y seguridad en uno mismo. Pero hay un riesgo implícito al hecho de preguntar, y es resultar inadecuado o improcedente, incluso entrometido, lo cual puede resultar definitivo en la decisión final de quien debe contratar. A continuación os advertimos de algunas preguntas que nunca hay que hacer durante un proceso de selección laboral.
Si no estaba claro desde la oferta inicial de trabajo, la entrevista no es el mejor momento para hablar del salario. Si uno ha acudido se presupone su interés, y del sueldo ya se hablará en el momento en que se formalice la oferta. Cuando el reclutador ya ha visto que encajarías en el trabajo. Si lo haces antes pueden pensar que solo piensas en el dinero y no en otras ventajas que pueda ofrecer el empleo. Es decir, que tu principal interés no es el trabajo ni la empresa que lo ofrece, sino únicamente cobrar.
Ya habrá tiempo para promocionar. Lo primero es conseguir el trabajo. De modo que en la entrevista inicial no es nunca buena idea preocuparse por la política de promoción de la empresa. El exceso de ambición puede confundirse con la actitud típica de un trepa, o resultar directamente presuntuoso o pesetero.
También es pronto para preocuparse por las vacaciones cuando aún no estás contratado. Preguntar por ellas da mala imagen, e inevitablemente hace que parezcan escasas tus ganas de trabajar.
Según el empleo al que se opta, puede ser una tentación preguntar si es posible hacer el trabajo desde casa. En los tiempos tecnológicos que corren no es un disparate. Pero sin duda lo es si lo propones en la entrevista inicial. El entrevistador pensará que no estás interesado en el horario de oficina y que prefieres trabajar a tu ritmo. Y desde luego, que no tienes intención alguna de trabajar en grupo. De integrarte.
Tampoco debes intentar añadir o quitar, ni siquiera cuestionar, algunas de las funciones que se le atribuye en la oferta al cargo al que se opta en la entrevista. Éstas suelen haber sido consensuadas por los jefes del departamento o de la empresa en cuestión, y si a las primeras de cambio un aspirante las cuestiona, puede ser considerado como una persona problemática o manipuladora. O tal vez piensen, simplemente, que no cumples con los requisitos y, por ello, pretendes esquivar alguna de las responsabilidades exigidas en el trabajo.
Si has sido convocado a una entrevista es muy conveniente prepararse para ser convincente en las repuestas e informarse acerca de la empresa que ofrece el empleo. Pero si no lo has hecho, no pretendas paliar tu desconocimiento en la misma reunión, pues si preguntas, por ejemplo, a qué se dedica la empresa, denotas un desinterés flagrante que probablemente desemboque en tu eliminación del proceso de selección.
Y para acabar no cedas a la tentación de preguntar al final qué tal ha ido la entrevista, aunque pienses que has conectado con el reclutador o que se ha establecido una cierta confianza. Demuestra falta de madurez y de profesionalidad, e incluso puede incomodar al entrevistador.