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¡Cuidado con las preguntas trampa en las entrevistas de trabajo!

Sopla una brisa optimista en el mercado laboral. La crisis está quedando atrás y parece que empezamos a levantar cabeza. Las listas del paro se reducen mes a mes. Son muchas las ofertas de empleo que se están ofreciendo en los diferentes sectores, y a las cuales hay que acceder a menudo a través de una entrevista de trabajo. Así que conviene preparársela bien y no dejarlo todo a la improvisación. Sobre todo porque un clásico en este tipo de encuentros es el de las preguntas con truco, que pueden ayudar a los entrevistadores a hacer una criba inmediata y descartar a los aspirantes que piquen y respondan de forma inadecuada. ¿Cuáles son las preguntas trampa más habituales? A continuación os presentamos algunas de ellas y os damos algunas pautas para superarlas sin poner en peligro vuestra candidatura al empleo.

Si el candidato está trabajando en otra empresa y lo que busca es un cambio es más que probable que le pregunten por qué. Por qué quiere cambiar y por qué quiere dejar la empresa. Y en la respuesta el seleccionador de personal espera encontrar las motivaciones del aspirante. Por ello éste debe ser lo más honesto posible. Incluso si la motivación es estrictamente económica. No hay nada de malo en ello y evitará posibles decepciones futuras en cuanto a las expectativas de ambas partes. Pero hay que tener en cuenta que de la respuesta dependerá el perfil que del candidato se hará mentalmente el entrevistador, que después lo comparará al perfil buscado por la empresa. Nunca debe contestarse criticando a la empresa anterior, aunque esta sea competencia directa de la nueva. Siempre es contraproducente.

Preguntas con truco en las entrevistas de trabajo

Una segunda pregunta con truco, también muy habitual, es la de solicitar referencias en anteriores trabajos. Sobretodo el último. Y aquí, el aspirante no debe dudar y, desde luego, nunca debe justificarse o empezar a dar explicaciones innecesarias y no solicitadas, pues es un síntoma inequívoco de que algo esconde y que las referencias no serán satisfactorias. La sinceridad acaba por ser siempre una virtud, aunque a veces pueda parecer lo contrario. Si  fue despedido como parte de una reducción del personal no tiene que haber problemas en reconocerlo. Si  lo fue  por otros motivos, hay que intentar ser lo más honesto y positivo posible, pero no mentir. Sería motivo más que suficiente para desestimar la candidatura si llegara a saberse. Y normalmente se acaba sabiendo.

Aunque no sea propiamente una trampa, es normal que se le pregunte al entrevistado por la empresa que puede contratarlo, y no saber nada de ella demuestra una falta de interés o de motivación que pueden jugar en su contra. Es muy conveniente haberse informado y tener algunas nociones generales de la sociedad o incluso específicas del departamento al cual se aspira.

También es frecuente que se pregunte por la relación mantenida con sus anteriores jefes, y tanto la respuesta como la actitud debe ser idéntica al caso de la empresa. Nunca debe hablarse mal de un jefe anterior, pues eso denota un carácter conflictivo o, simplemente evidencia que tarde o temprano se hará lo mismo con el nuevo. Muchos entrevistadores descartan directamente a los aspirantes que critican empresas, jefes o compañeros de anteriores etapas, aunque las razones estén plenamente justificadas.

Más allá de las cualidades profesionales, en las selecciones de personal suelen interesarse por las aficiones del  trabajador, ya que de algún modo también sirven para definir su personalidad. En este capítulo conviene ser sincero y no pretender ser interesante añadiendo hobbies irreales, pues tarde o temprano se desvelará el engaño y puede ser un motivo de pérdida inmediata de confianza. Incluso puede descubrirse in situ, con una simple pregunta trampa, y el candidato quedaría en evidencia y, probablemente, descartado. Dar una imagen que no se corresponde a la realidad es una manera inútil de aplazar lo inevitable.

Preguntar al trabajador que se defina a sí mismo es otro truco habitual que puede tener funestas consecuencias para el candidato. En ningún caso debe titubear y contestar con un “no sabría que decir”, por ejemplo. Denota inseguridad, falta de iniciativa y de autocrítica. Pero tampoco debemos ceder a la tentación de ponernos por las nubes. Todos tenemos defectos y somos conscientes de ello, de modo que sin boicotear nuestras propias opciones, siempre está bien señalar alguna carencia, que probablemente se compensará con las virtudes que destaquemos. Es muy conveniente llevar esta pregunta preparada con calma y bien calibrada.

Y ni que decir tiene que hay que llegar siempre con puntualidad y una indumentaria adecuada.

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