«Hermosa juventud» de Jaime Rosales, aunque de hermosa nada
Hay mucho de La soledad (Goya, 2007) en este film, aunque allí fuera la desolación emocional y no la social la que trataba el cineasta. Las formas narrativas son idénticas. Silencios infinitos. Intensos. Dramáticos. Una planificación distante para retratar el alma deprimida de una intimidad enferma. A veces la cámara no comparte ni el espacio físico con los personajes. Se queda fuera. Los escruta a distancia. Los observa y, si me apuran, los compadece. Pero sin injerencias dramáticas que puedan confundirse con efectistas subrayados propios de la ficción. La realidad es cruda y la soledad, fría. Y compartida aún es peor, porque las esperanzas se retroalimentan, y cuando no llegan duelen más. Por contraste. Dolor en las conversaciones, pesimismo en las ilusiones. Diálogos con mucha improvisación que evita la impostación. Un retrato de la generación Ni cuanto más real mejor. Es auténtica porque es la vida de muchos. Y eso no es vida, pensarán algunos, pero hay que vivirla si te toca, y no es fácil. Hermosa juventud, con evidente ironía en su título, lo deja bien claro.
Título: Hermosa juventud
Director: Jaime Rosales
Intérpretes: Ingrid García Jonsson, Carlos Rodríguez, Juanma Calderón, Inma Nieto, Fernando Barona, Torbe.