Esos locos bajitos… en Internet
Con la proliferación de los medios de conexión online a disposición de los menores, aumenta el número de ocasiones en la que éstos van a tener la posibilidad de realizar compras de servicios o productos en la web. Casi todos los menores usan los equipos informáticos en el hogar: ordenadores, tablets, los móviles de sus padres o, en muchas ocasiones, los suyos propios (con su correspondiente conexión a Internet). Y las estadísticas dicen que cada vez disponen de estos dispositivos antes. Los locos bajitos de la familia ahora tienen un juguete nuevo: Internet. Y lo pueden utilizar dentro y fuera de casa.
Y con este uso, viene también la posibilidad de que utilicen aplicaciones que permitan pagos o micropagos (por actualizaciones etc.). Y si nos acercamos a la barrera de la mayoría de edad (entre los 14 y los 18), aumenta exponencialmente el uso de tarjetas de crédito propias, o el conocimiento de las contraseñas de las de los padres.
Ante esta nueva situación, conviene tener cuidado al guardar las contraseñas (y también las tarjetas de coordenadas) de nuestras tarjetas de compra y demás medios de pago. Es tremendamente habitual que dejemos el teléfono o la tablet a los más pequeños para que se entretengan un rato con las aplicaciones, pero es preciso ser conscientes de que estas mismas aplicaciones, en ocasiones, contienen un diseño especialmente indicado para facilitar las compras, sobre todo si tenemos en cuenta que están vinculadas a la cuenta del titular mediante una simple contraseña. Y por supuesto, también se han multiplicado las tiendas online en las que “añadir al carrito” y pagar, es tan sencillo como hacer un par de clics e introducir la contraseña (que puede incluso no necesitar validación o tarjeta de coordenadas si está vinculada a una cuenta de usuario o a medios de pago como Paypal).
Para impedir que el menor compre, por descuido o inexperiencia, lo fundamental es la comunicación, información y educación previa: Explicar al niño qué cosas puede y no puede hacer online, y que el dinero que se gasta con el móvil, la tablet o el ordenador es dinero “real”.
Este tipo de situaciones no son sino la evolución de una situación que, en realidad, ya existía desde hace mucho tiempo: que un menor compre o encargue un bien o servicio a cargo de la tarjeta de crédito de sus padres (o de la suya propia en caso de tenerla). Este hecho en sí mismo no resulta problemático cuando el menor en cuestión es mayor de 14 años y está supervisado por sus padres, lo que, cada vez más, viene siendo una práctica habitual, pero sí puede serlo en caso de que se trate de una decisión autónoma (y a veces inconsciente) del menor, especialmente, si tiene 13 años o menos.
Pongamos el caso, por ejemplo, del chico de 13 años que, conociendo la clave de la tarjeta del padre, compra en Internet un videojuego nuevo (valorado en 60€) ¿qué hacer entonces?
Por regla general, la legislación vigente en materia mercantil estipula que los menores (al igual que los incapacitados) no pueden comprar bienes o servicios por sí mismos y que, si lo hacen, este contrato (que en definitiva es de lo que se trata una compraventa) sería anulable.
¿Qué implica esta anulabilidad? En resumen, que el contrato es válido salvo que en el plazo de 4 años los padres o tutores o, en su caso, el menor, una vez cumpla los 18 años, decidan acudir a los tribunales para solicitar que se deje sin efecto el contrato.
Por supuesto, este procedimiento puede llegar a ser lento y costoso, e implica para los padres o tutores demostrar que la compra se realizó sin autorización. Además, no será válido para compras que, presumiblemente, puedan entenderse autorizadas de forma implícita al menor. Por ejemplo, al igual que no tendría sentido tratar de anular la compra de un paquete de chuches por un niño de 7 años en una confitería (que se repite a diario en todas las tiendas de estos productos), por entenderse que sus padres le han dado permiso para ello, es probable que también se entendiera dado ese permiso implícito si un menor compra en Internet objetos de poco valor o de uso cotidiano (unos lapiceros, por ejemplo).
Los plazos de devolución para las compras online son relativamente cortos (7 días desde la recepción del producto) y normalmente nos enteraremos de la “trastada” cumplido o a punto de cumplir ese plazo (cuando el paquete nos llega a casa).
Por ello, y teniendo en cuenta estas complicaciones, en ocasiones es más efectivo comprobar si la página web desde la que se ha realizado la compra cumple o no con todas sus obligaciones legales y obrar en consecuencia. Como ya hemos comentado anteriormente en este mismo blog, en caso de que el portal online no cumpla con los requisitos de información necesarios, cualquier comprador (menores y mayores de edad) podrán solicitar la devolución del producto (y con ello recuperar el precio pagado por el mismo) durante el plazo de 3 meses desde su compra. Y sin necesidad de explicaciones o motivo alguno.
También desde el punto de vista de la protección de datos, podremos comprobar si el vendedor cumple con las obligaciones que le atañen respecto a la toma de datos de menores (art. 14 del RLOPD).
En resumen, y reiterando que lo principal es la educación y el control, para evitar sustos desagradables con los más pequeños de la casa es conveniente tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Controlar el uso que los menores hacen de los dispositivos con acceso a Internet, no solamente los ordenadores personales o portátiles, sino también smartphones y tabletas. El gasto que se puede hacer desde la tienda de iTunes, Apple Store o Google Play puede ser también muy considerable (y relativamente sencillo para un menor).
- Contar con contraseñas adecuadas para los servicios de pago online coordinados con nuestras tarjetas (Paypal, iTunes…), y si tenemos dudas de que el menor pueda conocerlas, cambiarlas periódicamente.
- En caso de detectar una compra no autorizada, proceder a notificarlo al vendedor de forma inmediata para poder realizar su devolución. Dispondremos de 7 días si informan adecuadamente en la web o 3 meses en caso contrario.
- Si ha transcurrido el plazo, aún podremos acudir a instancias judiciales, en el término de 4 años, para anular la compraventa.
Al ritmo actual nos estamos acercando a un contexto en el que prácticamente todo se realiza de forma online, y esto, naturalmente afectará también a la relación de los más pequeños con este entorno. Es por ello que conviene dedicar el tiempo necesario a que se familiaricen con los conceptos y precauciones básicas.
Si les enseñamos que las cosas en las tiendas se pagan, y que hay que dar una ‘monedita’ de cinco céntimos para comprar una ‘gominola‘, no está de más enseñarles también que un nuevo personaje de su juego/app preferido también cuesta y que no puede dar a “ok” a todo lo que vean en la pantallita. ¿No os parece?
Eneko Delgado
Abogado de Nuevas Tecnologías Puedes seguirlo en Twitter en @EnekoDelgado