Educación financiera. Caso práctico: la paga semanal (segunda parte)
A continuación se trabajaba sobre el concepto de coste de oportunidad, esto es, el hecho de que elegir significa renunciar. Porque, claro está, con una paga semanal media no se puede abarcar todo lo que un adolescente ansioso quisiera.
El secreto, una vez más, consiste en hacerles participar del proceso. Me gusta elegir unos cuantos alumnos para que desempeñen diversos roles: tres de ellos constituyen una pandilla de amigos. Otros tres, a los que reparto dinero de Monopoly, representan las tres pagas semanales de esos amigos: la paga “generosa”, la “normal” y una tercera paga “cutre” (con risas y cachondeos incluidos). Finalmente, se designa un “vendedor universal”, al que le proporciono una “Caja de Pandora” con apetecibles cosas para vender: botellines de agua y refrescos, bocadillos de pega, chucherías diversas, recargas de móviles, vales para ropa y dispositivos electrónicos, entradas de cine, etc.
Empezamos entonces a reproducir una semana cualquiera de sus vidas. La diferencia consiste en que esta vez vamos anotando y comentando todos sus gastos y reduciendo ante la audiencia sus pagas semanales, las cuales, salvo contadas sorpresas, nunca llegan vivas al sábado, ni siquiera en su modalidad más generosa (simulamos también su defunción, lo que genera todavía más diversión). Ahora ya saben lo que implica quedarse sin dinero y tener que pedírselo a sus padres: en todo momento pueden ver en la pizarra los presupuestos familiares disponibles.
Éste es el segundo paso de la responsabilidad financiera: el hecho de que vayan anotando sus gastos y sean conscientes de su estado financiero les permite crear una conexión personal con su dinero. Ello facilita que se lo piensen dos veces antes de satisfacer una apetencia inmediata. Porque uno siempre se puede llevar el bocadillo de casa; suprimir algún refresco y rellenar el botellín con agua del grifo (en Madrid, sin duda); sacar el máximo provecho a las redes WiFi y disminuir las llamadas; controlar los caprichos y reservar liquidez tanto para el fin de semana como para otros deseos de mayor envergadura.
Una vez detectados los gastos repetitivos, resulta más sencillo eliminar los que son prescindibles, bien por superfluos o porque impiden financiar otras necesidades más importantes. En cuanto a éstas, aquellas que suponen los mayores desembolsos, deben tratarse como si fueran proyectos independientes, con su presupuesto, fecha de obtención y “calendario de financiación”. Tal vez algunas de esas grandes compras acaben cayéndose de la lista por inasumibles; así se aprende a priorizar.
Finalmente, les explico que llevar estos controles resulta muy sencillo, dadas las reducidas cantidades y líneas de gasto semanal que se manejan. Además, es algo que pueden hacer desde su teléfono móvil, ese imprescindible dispositivo sin el que parecen sentirse huérfanos. Existen numerosas “apps” que realizan esta simple función. Y si no, siempre pueden utilizar una hoja Excel. O papel y bolígrafo, que nunca fallan.
El taller finaliza con un coloquio en el que normalmente salen a relucir las cuestiones más peregrinas. Pero el interés por el tema está creado, así como la comprensión de los principios básicos de la responsabilidad financiera. Dicha comprensión es la que les permitirá mantener sus hábitos económicos bajo control, un paso imprescindible para su futura independencia.
Sebastián Puig Soler
Analista, escritor y conferenciante
Escribe habitualmente en su blog “Esto Va de Lentejas”
Puedes seguirlo en Twitter en @Lentejitas