Día Mundial de la Gastronomía Sostenible (18 junio) para un consumo acorde a los recursos naturales
La salud del planeta es frágil, y empeora día a día a causa de la mala gestión que de los recursos naturales hacemos los humanos. La sobreexplotación, la contaminación, la mala distribución y otras tantas malas praxis socioeconómicas, han provocado una crisis medioambiental que se agrava a diario. Y para evitar que esta situación llegue a un punto irreversible, la ONU impulsó en 2017 la celebración del Día Mundial de la Gastronomía Sostenible (18 de junio), cuyo objetivo es crear conciencia colectiva para adquirir nuevos hábitos alimenticios que contribuyan no sólo al bienestar de la población mundial, sino también a la protección y preservación de los recursos que provienen de la tierra, para vivir en un planeta más sostenible.
La gastronomía sostenible es, según la descripción de la Organización de Naciones Unidas, aquella basada en el consumo de alimentos que no tengan un impacto negativo sobre el medio ambiente y que, por lo tanto, ayude a cuidar el planeta y a mantener el equilibrio natural de los diferentes ecosistemas. Pero para que esto ocurra son necesarias unas ciertas condiciones que, para poder darse, exigirían cambios importantes relacionados con el medioambiente, los modelos sociales y también el sistema económico actual, pues lo más urgente e inexcusable es minimizar el impacto negativo que el consumo humano ha ocasionado y sigue ocasionando sobre los recursos naturales que le proporcionan el sustento.
Principios de sostenibilidad
Según la ONU, los principios en los que se basa la agricultura y la alimentación sostenible son los siguientes:
• Mejorar la eficacia en el uso, conservación, protección y mejora de los recursos naturales, como elemento clave para la sostenibilidad de la agricultura.
• Proteger y mejorar los medios de vida rurales para la equidad y el bienestar social.
• Reforzar la resiliencia de las personas, comunidades y ecosistemas para una agricultura sostenible.
• Aplicar mecanismos de gobierno responsables y eficaces para la sostenibilidad de la alimentación y la agricultura.
Todo ello, aun exigiendo un gran esfuerzo para cambiar los modelos internacionales de explotación de los recursos naturales, significaría una mejora radical en nuestra relación con el planeta, redundando en beneficios globales tanto para la salud nutricional de los consumidores como para el medioambiente.