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Consejos para saber si realmente necesito o me conviene pedir un préstamo

Muy poca, por no decir nadie, es la gente que no necesita pedir un préstamo a lo largo de su vida. Los motivos pueden ser muchos y variados, por no hablar de las hipotecas, que son otros créditos casi inevitables para el común de los ciudadanos. En algún momento necesitamos recurrir a una entidad financiera para adquirir un coche, viajar con su familia, hacer mejoras en su hogar o pagar los estudios de sus hijos. Pero se trata de una decisión que no hay que tomar a la ligera, pues puede condicionar, y mucho, el devenir de la economía familiar. Veamos algunos consejos para saber si realmente necesito o me conviene pedir un préstamo.

Y es que hay que tener muy en cuenta que el endeudamiento puede hacer estragos en nuestras finanzas, pues aumentará los gastos fijos, y debemos estar seguros de poder asumirlos. No hacerlo, es decir, el impago de un préstamo, tiene consecuencias muy perjudiciales para su futuro financiero, como los embargos y la inclusión en ficheros de morosos (como los de ASNEF o RAI), que le inhabilitarán para futuras operaciones u otros préstamos en el futuro.

Desde la página Finanzas para todos, vinculada al Banco de España, nos invitan a hacernos algunas preguntas antes de tomar una decisión, para saber si realmente necesitamos pedir prestado el dinero. Unas cuestiones que nos pueden ayudar a replantearnos la decisión si no es una verdadera necesidad.

Preguntas de seguridad

 Las preguntas son estas: ¿Necesito ahora el dinero o puedo esperar hasta ahorrar lo suficiente como para pagar en efectivo? ¿Cuánto voy a pagar de intereses, comisiones y gastos? ¿Puedo permitirme los pagos mensuales del préstamo, sumados a mis gastos habituales? ¿Podría conseguir condiciones mejores? Si el interés es variable, ¿cuánto subirán las cuotas mensuales si suben los tipos de interés?

Y si aun así, tras contestar a todas las preguntas, creemos que sí podemos pedir ese préstamo, hay otro porcentaje a tener en cuenta y que cabe respetar por prudencia. Los pagos mensuales por las deudas que acumulemos no deberían exceder del 15-20% de nuestros ingresos mensuales, hipoteca aparte. Y sumando la hipoteca, esos pagos deberían ser inferiores al 40% de los ingresos mensuales.

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