Buscarse la vida en América o la versión cutre del sueño americano
De tan manido ha perdido incluso vigencia. Lo del sueño americano es ya como una frase vintage. Ahora en los USA uno tiene que buscarse la vida como cualquier otro, y el sueño de prosperar lo persiguen los migrantes procedentes del tercer mundo (¿y el segundo?), que intentan acceder al primero para sobrevivir, y no necesariamente en territorio americano. Aunque también. Así que no nos centraremos en ese cliché, sino en algo mucho más común y real, que es lo que pretende la serie pese a su título: Buscarse la vida en América, y que no es otra cosa que intentar salir adelante, emprender en un sistema capitalista más combativo que competitivo, y que a menudo te obliga a flirtear con la artimaña de dudosa ética, más afín a la ley de la calle que a la de los tribunales. Aunque las intenciones sean buenas.
Buscarse la vida en América es una serie de HBO que, en dos únicas temporadas y en clave de una comedia dramática, que bien podría redefinirse genéricamente con un popular reír por no llorar, sigue los pasos de dos jóvenes entusiastas de inestable presente e incierto futuro, que intentan abrirse camino en el mercado profesional del diseño de moda. Un territorio hostil, ubicado en Nueva York, en el que no tardarán en comprobar lo difíciles que pueden resultar los inicios, pero sobretodo lo mezquinas que pueden ser las formas y maneras de una competencia que prefiere aniquilar a compartir.
Siempre con buenos propósitos, pero las circunstancias abren continuamente las puertas al trapicheo, al ingenio más allá de las reglas del juego, y eso confiere cierto humor canalla a las aventuras de estos dos emprendedores en busca de su sitio profesional. En cambio, el subtexto nos habla de una realidad nada divertida y harto preocupante: la escasez de oportunidades si no tienes padrinos, si procedes de los suburbios o, y sobre todo, de la evidencia del primer mandamiento del capital: sin dinero no se gana dinero. Cruel paradoja, real como la vida misma.
Los dos protagonistas, emperrados en lanzar su propia línea de vaqueros en la concurrida vorágine de la moda neoyorquina, son Bryan Greenberg y Victor Rasuk, que a la desesperada no dudarán en implicar a la persona menos adecuada. Un primo ex convicto en vías de redención, que también aspira a su consagración empresarial comercializando una nueva bebida energética. Claro que… la cabra tira al monte, y cuando las cosas no salen como uno quiere, los recursos de que dispone son los que son. Y ahí las cosas se complican. La comedia comercial está servida, y tiene gracia en la ficción, aunque lastimosamente se parece demasiado a la realidad.