Infancia sin humo, una responsabilidad colectiva
El tabaco es la primera causa de muerte evitable. La exposición al humo del tabaco es un gran riesgo para la salud. Sobre todo cuando se inicia en la infancia.
El embarazo y el tabaco son una mezcla peligrosa, porque el humo afecta a los pulmones y al cerebro del bebé durante la gestación. Algo que ocurre a menudo si la madre fuma o vive en un ambiente de humo.
Los niños son especialmente vulnerables al humo del tabaco porque están en desarrollo y están más tiempo expuestos en casa.
Los hijos de fumadores tienen más infecciones respiratorias, y no es casualidad. Los que padecen asma lo controlan peor, y tienen más riesgo de enfermedades del corazón y de las arterias.
Aunque ventilemos una habitación, el humo del tabaco sigue en el ambiente. Y en contra de o que se piensa, pasa de una habitación a otra y llega a todos los rincones. No por fumar junto a la ventana hacemos de nuestra casa un espacio sin humo.
Fumar dentro de un coche multiplica por 20 todos los efectos nocivos del tabaco.
Los padres son un ejemplo. Si fumas es difícil inculcarle a tu hijo que es algo malo para la salud. No lo va a entender. Así, los hijos de fumadores acaban siendo fumadores en mayor porcentaje.
Y cada vez empiezan antes. La edad media de inicio en el consumo del tabaco son los 14 años, y a menudo los responsables, sin saberlo, son los padres fumadores.
Una vez que fuman es difícil superar la adicción. Los cigarrillos electrónicos no son demasiado eficaces para dejar de fumar. De hecho, son una forma de atrapar a los jóvenes en el hábito y también tienen efectos perjudiciales.
No obstante, dejar de fumar es posible. Si quieres y no puedes, acude a tu centro de salud. Desde inicios de 2020 la Sanidad Pública subvenciona el tratamiento antitabaquismo.