Economía de pareja: ¿es necesaria la compatibilidad financiera en el matrimonio?
La respuesta a tan controvertida cuestión es sin duda afirmativa, aunque no debemos ser agoreros en los casos en que no se da dicha correlación. Siempre hay excepciones. Además, para que una pareja se entienda, no es necesario que piensen exactamente igual en cuestiones de dinero; bastaría que existieran unos mínimos de compatibilidad, como en el resto de los aspectos de la vida, para garantizar una correcta convivencia.
Por este motivo, desde la plataforma Finanzas para todos, auspiciada por el Banco de España, ofrecen una serie de consejos que de algún modo pueden ayudar a garantizar esa anhelada compatibilidad.
Consejos para adaptarse a la economía compartida en pareja
En primer lugar, es muy aconsejable ser flexible y asumir la nueva condición de vida compartida. Así, si usted o su pareja han estado acostumbrados desde hace mucho tiempo a llevar su economía personal de forma autónoma, conviene que se esfuercen en llegar a acuerdos en lo que tiene que ver con los gastos que compartirán: piso, coche, viajes, etc. Ello no significa que no puedan mantener un grado de independencia financiera en otros terrenos más individualizados.
Una buena idea es marcarse objetivos comunes. Por ejemplo, hacer planes conjuntos a largo plazo. La compra de una casa, por ejemplo, que les obligará a establecer una estrategia de ahorro común.
Es importante también, para no generar conflictos de intereses, que no se dejen las decisiones económicas en manos de uno solo de los miembros de la pareja. Acuerden entre los dos cómo se va a manejar el dinero de ambos. Y cada cierto tiempo analicen cómo está funcionando el sistema financiero establecido en la pareja. Si la satisfacción es compartida o alguno de los dos tiene quejas. Remediar las discrepancias antes de que se conviertan en conflictos es la mejor táctica.
Y por último, es recomendable que se conserven y archiven todos los documentos, en un sitio que recuerden los dos. Tanto por seguridad, como para garantizar las indistintas opciones de control de la economía familiar por parte de ambos miembros del matrimonio.