La economía en el cine, recordando… “El gran farol”
Hay historias reales que cuesta creer, y la de Nick Leeson es una de ellas. Él solito, con 28 años, un presente brillante y un futuro prometedor como uno de los analistas bursátiles más brillantes de su generación, consiguió desestabilizar por completo todo el mercado financiero del sur Asiático desde la bolsa de Singapur. Y no porque sus métodos fueran revolucionarios, sino porque bajo su apariencia renovadora y emprendedora, que convenció a los grandes popes de la economía mundial de la conveniencia y eficacia de sus visionarias estrategias inversoras, acabó llevando a la bancarrota a la entidad bancaria para la que trabajaba, el Barings Bank, una de las más antiguas y prestigiosas del Reino Unido y el mundo entero, que acabó absorbida por el ING. Y no lo hizo para lucrarse fraudulentamente – aunque todo fuera ilegal-, sino para intentar tapar sus continuas pérdidas en arriesgadas y a veces temerarias operaciones, hasta que el agujero fue insondable e irreversible. Un sumidero que engulló al propio banco y, por supuesto, al bróker, que dio con sus huesos en una prisión de Singapur.
El gran farol alterna drama e intriga, y de este modo una trama va alimentando a la otra y las inercias sumadas le otorgan al relato un ritmo tan ágil como intenso. El ascenso y caída del joven bróker se narra desde su felicidad y debacle matrimonial, pero también desde la óptica intestina del banco, donde va adquiriendo notoriedad y prestigio progresivos hasta caer de lo más alto arrastrando con él a cuantos le apoyaron y encumbraron. Un terremoto financiero que saqueó incluso las arcas de la Reina de Inglaterra.
Película más interesante que entretenida, aunque nunca aburra. La verborrea financiera nos deja a ratos en fuera de juego, y abusa de tecnicismos económicos y del caótico histerismo de los parqués bursátiles, pero no llega a provocar hartazgo. Un convincente Ewan McGregor consigue con su trepidante angustia que no podamos dejar de pensar en cómo se saldrá con la suya, aunque sabemos que no lo hará. Y eso tiene mérito en términos de puro pasatiempo.