Frases económicas que han hecho historia (III)
En anteriores entregas de esta serie de lúcidas, ingeniosas o incisivas frases económicas que han trascendido en el tiempo, hemos recogido opiniones de empresarios, de artistas, escritores, políticos o economistas. De modo que para iniciar este tercer y último capítulo escogeremos una que podríamos considerar anónima por la falta concordancia entre las diferentes fuentes, ya que se la llegan a atribuir hasta a cinco o seis personas de diversa trascendencia y de los más diversos ámbitos. Es ésta, y desde luego no le falta razón: “No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita”.
En la misma línea abundaba Ángel Ganivet, escritor precursor de la generación del 98, quien aseveraba que “Quien vive con más desahogo no es el que tiene más, sino el que administra bien lo mucho o poco que tiene”.
Otro gran escritor, a la vez que economista, fue José Luis Sampedro, que opinaba así sobre su profesión: “Hay dos tipos de economistas: los que trabajan para hacer más ricos a los ricos y los que trabajamos para hacer menos pobres a los pobres”.
Y hablando de literatos, desde luego hay que tener muy en cuenta lo que Cervantes pensaba en materia económica y de consumo: “Lo que poco cuesta aún se estima menos”.
Uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, Benjamin Franklin, se mostró siempre muy interesado e implicado en la evolución económica de su país, y lo demostró con frases como: “Quien compra lo superfluo no tardará en verse obligado a vender lo necesario” o “En este mundo, ninguna cosa es cierta salvo la muerte y los impuestos”.
Inquietantemente actual resulta la frase de Adelardo López De Ayala, dramaturgo realista español del siglo XIX, quien aseguraba: “Cuando la estafa es enorme, ya toma un nombre decente”.
Algo más contemporáneo resulta el artista conceptual Andy Warhol, máximo exponente del Pop Art, que sin embargo se mostraba muy pragmático al afirmar: “Ser bueno en los negocios es el tipo de arte más fascinante”.
“La economía como esencia de la vida es una enfermedad mortal, porque un crecimiento infinito no armoniza con un mundo finito”. Una frase como ésta solo podía pertenecer a un psicoanalista como el alemán Erich Fromm.
Toda una declaración de principios en materia de consumo que ha superado por su contundencia las barreras del tiempo: “Acepto el fraude en el precio, pero nunca en la calidad”. La frase fue acuñada en el siglo XVII por Thomas Fuller, historiador y capellán real británico.