Qué tener en cuenta a la hora de comprar una vivienda
En principio, una vez que hemos visto el inmueble que nos gusta, y si su precio nos parece razonable, somos muchos los nos limitamos a calcular la cuota de la hipoteca en función del plazo concedido por el banco para ir devolviéndola, pero nos olvidamos de que para cerrar la operación es necesaria una importante cantidad de dinero en metálico. La entrada, que representa una cifra a partir del 20% del valor de tasación de la vivienda, según las exigencias de cada entidad financiera.
Es solo a partir de ese momento, y si disponemos del capital necesario para afrontar la entrada, cuando deberemos calcular el impacto de las cuotas en nuestra economía familiar. Es decir, cuánto podremos pagar cada mes y durante cuánto tiempo. Un cálculo que no debe atender solo al montante de la hipoteca, sino que deberá sumarse al resto de deudas u obligaciones económicas mensuales que se tengan contraídas, pues la letra de la vivienda no será el único gasto que deba atenderse cada mes, y deben poder pagarse todos o acabará resintiéndose el conjunto de la economía familiar.
El límite de endeudamiento
En este sentido, los expertos coinciden en que la totalidad de cuotas mensuales destinadas a pagar deudas no debería nunca sobrepasar el 40% de los ingresos mensuales. O sea que una familia necesita disponer, como mínimo, del 60% de sus ingresos mensuales para poder comer, vestirse, pagar las facturas y, con un poco de planificación, ahorrar algo cada mes. Es decir, para vivir.
De modo que conocidos los límites de endeudamiento recomendados o considerados razonables, es muy recomendable hacer simulaciones durante algunos meses, y comprobar así y de manera realista cuál es la cuota que puede aspirar a pagar una economía familiar determinada. En pocas palabras, ahorrar un tiempo sin dejar de atender el resto de obligaciones deudoras y comprobar así cuánto seríamos capaces de destinar a la letra del piso sin que eso supusiera un problema de liquidez.
En caso de que no salgan los números, algunas opciones son: aplazar la compra hasta que haya reducido sus otras deudas pendientes o disponga de mayores ingresos; ahorrar lo suficiente para pagar una mayor entrada y así necesitar menos financiación; intentar conseguir una hipoteca a menor tipo de interés; o conformarnos con una vivienda más barata.