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¿Estoy preparado para montar mi propio negocio?

“Voy a montar mi propio negocio”. Es una frase que cada vez oímos con más frecuencia. Es más, si ha llegado hasta este post, es muy posible que ésa sea su determinación, que esté inmerso en la corriente que lleva hoy en día a mucha gente a lo que antes se llamaba establecerse por su cuenta. Lo cierto es que las estadísticas, en este caso no engañan. El número de empresas de nueva creación se ha multiplicado desde que la crisis económica mostró su cara más trágica y las cifras de personas en situación de desempleo alcanzaron los niveles críticos de los seis millones. Hasta agosto de 2013, se han creado 65.000 nuevas empresas en España, un 7% más que en el mismo periodo del año anterior. Como ve su caso no es único.

Las razones que, seguramente, le han llevado a madurar la idea de montar su propio negocio pueden ser de muy diferentes causas…

  • Está harto de su puesto de trabajo actual, dónde se siente infravalorado, y piensa que está dejando pasar una oportunidad.
  • Lleva tiempo dándole vueltas a la idea de convertirse en emprendedor y piensa que ahora, pese a la crisis, se dan las circunstancias que hace unos años no existían gracias a las nuevas tecnologías para que su proyecto pueda salir adelante.
  • Piensa, después de mandar muchos curriculums, que montar un negocio propio es la única manera de obtener ingresos. Todavía tiene unos meses de cobro de la prestación de desempleo por delante y la idea de “capitalizar el paro” ha cristalizado en su pensamiento.

Es ésta última razón la que más me preocupa, cuando escucho la frase con la que hemos empezado este post: “Voy a montar mi propio negocio”. Muchos de los nuevos emprendedores que está “fabricando” este país lo hacen por pura necesidad y eso puede ser una de las causas del alto porcentaje de fracasos que tienen las empresas y negocios de nueva creación. “El emprendedor nace, no se hace”. Es una frase manida, a la que no concedo la más mínima validez.

Es cierto que para ser emprendedor es necesario un determinado estado de espíritu, pero no está sujeto a las reglas del determinismo, ni mucho menos, y nadie ha creado un “molde” en el que sólo encajan unas determinadas personas, aptas para montar su propio negocio . Precisamente lo que necesita este país son emprendedores, algo que ha faltado en las últimas cuatro o cinco décadas, cuando lo mejor para asegurarse el futuro era sacar una oposición o conseguir un contrato fijo en una buena empresa.

El convencimiento de ser emprendedor

Lo cierto, es que la primera premisa para montar un negocio propio es el convencimiento, pero no es ni mucho menos la única. Pasado el tiempo, la mayoría de los nuevos emprendedores se da cuenta de que la decisión de lanzarse al mundo del emprendimiento debía haberse madurado ya. En un post anterior, analizábamos qué circunstancias debían darse para montar un negocio:

  • Parece que, ahora, lo peor de la crisis está pasando.
  • Las nuevas tecnologías al servicio de las pequeñas empresas siguen estando ahí.
  • Y, por fin, se materializa la Ley de apoyo al emprendedor. Con todas sus carencias, pero se materializa.

Pero, una vez llegados a este punto, deberemos tener en cuenta esos consejos que, posiblemente, más tarde, cuando la cosa tenga difícil arreglo, nos recuerde el consultor de turno.  Suelen ser cuestiones que aparecen en todo manual de gestión y emprendimiento y a las que no estaría de más que concediésemos  un tiempo. ¿Cuál? Ni más ni menos que el necesario. Todo lo que planifiquemos antes de tirarnos a la piscina que supone montar nuestro propio negocio servirá para mantenernos a flote. De ellas, como base de estudio podemos extraer el siguiente test que nos servirá para ver si estamos preparados para acometer la aventura de emprender.

Decálogo del nuevo emprendedor

Ya tenemos la idea. Estamos convencidos que disponemos de las cualidades para realizarla. Disponemos de un valor diferencial que será el que catapulte nuestro producto o nuestro servicio. Pero, es posible que no nos hayamos parado en pensar que:

  1. Hemos contado con el debido asesoramiento legal, contable y fiscal que implica la actividad a la que nos vamos a dedicar.
  2. Tenemos claras todas las vías de financiación que podemos solicitar, incluidas las ayudas oficiales.
  3. Contamos con el respaldo de un equipo de profesionales en aquellas materias que no controlamos.
  4. Estamos al día en cuanto a formación y últimos avances tecnológicos se han producido en el sector de nuestro negocio propio.
  5. Hemos preparado un plan de negocio que podamos presentar a clientes e inversores lo suficientemente convincente que ha pasado la “prueba del nueve” de un consultor.
  6. Nuestro plan contable incluye todos los gastos que serán necesarios, una vez que el negocio se haya puesto en marcha.
  7. Ya tenemos en cartera una lista de clientes, cuyos pedidos aseguran los primeros meses de actividad.
  8. No hemos dejado de lado la vertiente internacional de la nueva empresa que pretendemos crear y contamos con un plan para sea visible en una economía global.
  9. Hemos analizado a nuestra competencia más directa y tenemos claro que nuestro producto o servicio cuenta con un valor diferencial del que ofrecen el resto de nuestros competidores.
  10. Por último, tenemos confianza nuestros socios y en el equipo de empleados y colaboradores con el que vamos a poner en marcha nuestro negocio. No hay que olvidar que los amigos y familiares no suelen ser los mejores compañeros de viaje en estos casos.

Antonio de Miguel
Periodista y blogger financiero
Puedes seguirlo en Twitter en @AntoniodeMiguel

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