Consejos prácticos (y curiosos) para el ahorro doméstico (III): Electrodomésticos
En anteriores artículos os explicábamos algunos trucos de ahorro que afectaban a todo tipo de actividades o hábitos domésticos. Hoy nos centramos en la energía que podríamos ahorrarnos si utilizamos correctamente algunos de nuestros mejores aliados en el hogar, los cuales son tan útiles como caros si no se aprovechan de manera óptima.
El frigorífico, por ejemplo. Su simple ubicación ya puede ser una fuente de gasto excesiva, puesto que para alcanzar su pleno rendimiento debe estar situado en una zona fresca y ventilada de la cocina, alejado de cualquier fuente de calor (el horno o los fogones, la secadora, etc).
En cuanto a la temperatura, la zona de nevera no necesita estar a menos de 5ºC, ni el congelador por debajo de los – 18ºC. Cada grado de temperatura que bajas innecesariamente se incrementa un 5% el consumo de energía.
Además, debes saber que el congelador lleno consume menos electricidad que si está a medias. Si queda espacio ocúpalo con bricks de leche o zumo usados y llenos de agua. Luego te servirán de bloques de hielo para cubiteras o neveras de picnic, por ejemplo.
La secadora es uno de los electrodomésticos que más consume, de modo que no la pongas nunca a media carga si puedes esperar a llenarla. Y desde luego, úsala solo cuando el tiempo no te permita tender la colada en la intemperie, que es gratis.
Del mismo modo, evita hacer coladas que no sean completas. Y lo mismo con el lavavajillas. Tendrás antes la ropa o la cubertería, o sea, ganarás tiempo, pero perderás dinero. Siempre se puede esperar. Y a ser posible lava la ropa con agua fría. Si no son prendas muy delicadas ni notarás la diferencia, y piensa que casi el 90% de la energía que consume una lavadora es para calentar el agua. Y ya puestos en modo ahorro, normalmente puedes ahorrarte el prelavado y tampoco se nota. Al menos con ropa en condiciones normales. Así ahorrarás tanta energía como agua.
Volvamos al lavavajillas. Un electrodoméstico que tenemos para no fregar los platos a mano. En cambio, son muchas las personas que los pasan antes por agua. ¿Por qué? Hay que retirar lo sólido, pero el resto es cosa de la máquina. Si se hace se gasta el doble de agua y el dinero de calentarla.
Optimizar la plancha
La plancha consume la mayor parte de energía al calentarse, no al planchar. Por ello hay que intentar encenderla lo menos posible. Acumular la ropa, y cuando haya suficiente cantidad para planchar abordar la tarea, pero no cada vez que tenemos una prenda arrugada.
También se puede ahorrar energía aprovechando el calor residual que se mantiene una vez apagada la plancha. Se va enfriando progresivamente, pero los restos de calor pueden usarse sin consumo alguno para repasar las prendas menos arrugadas.
A la hora de cocinar también podemos ahorrar energía con los electrodomésticos. Si se da preferencia al microondas frente al horno el consumo de energía se rebaja hasta un 70%.
Y en la misma línea que la plancha, en cocinas eléctricas, salvo las de inducción, si apagas el fuego entre dos y cinco minutos antes de terminar un plato lo acabas de cocinar aprovechando el calor residual.