Consejos para ahorrar en calefacción: revisa tu instalación
Dependiendo del sistema de calefacción deberá actuarse de un modo u otro para garantizar la máxima eficacia y el mínimo gasto. La que menos problemas nos va a dar es la calefacción eléctrica, ya que la única comprobación necesaria es ver si funciona con normalidad al encenderla. Si es así, simplemente deberemos ajustar los temporizadores para seleccionar las horas en que queremos que se encienda y apague. De este modo, no gastaremos más energía de la necesaria.
Si en cambio tenemos la calefacción a gas, ya sea individual o comunitaria, es del todo recomendable hacer una revisión de toda la instalación para asegurarse de que no hay fugas ni de agua ni de gas, o bolsas de aire en el interior del circuito, que impedirían el flujo correcto del agua caliente. En tal caso, deberemos purgar el sistema.
La purga de los radiadores es una técnica sencilla. Consiste en abrir, con la ayuda de un destornillador, una válvula lateral que tienen todos los radiadores. Al abrirla observaremos que sale aire del circuito y la dejaremos así hasta que todo el aire haya sido evacuado. Sabremos cuando esto ha ocurrido porque en vez de aire empezará saldrá agua. La dejaremos fluir durante un rato hasta comprobar que ya no queda más aire dentro. Al finalizar esta operación, el circuito estará purgado y listo para su buen funcionamiento, ya que el agua circulará libremente y, en consecuencia, calentará los radiadores de una manera eficiente.
La purga se puede repetir tantas veces como sea necesario si se detectan anomalías en el proceso de calentamiento.
Idéntico sistema tendremos que utilizar si en casa disponemos de una calefacción con caldera individual o colectiva de gasoil, ya que también pueden haberse formado bolsas de aire en los circuitos. Pero si los radiadores no funcionan correctamente, conviene comprobar antes si queda combustible en el depósito, pues tal vez sea ese el problema y no otro.
Otra posibilidad es que sea una chimenea la fuente de calor escogida para caldear su hogar. En tal caso, también es aconsejable tomar algunas precauciones preventivas antes de encenderla tras un largo periodo estival de inactividad.
En primer lugar, es aconsejable hacer un deshollinado a fondo cada cinco o seis años para garantizar el buen tiro de la chimenea. Pero a parte de eso, cuando empieza la temporada conviene hacer ciertas comprobaciones antes de encender el fuego con leña. La chimenea podría estar obstruida por muchos motivos. Algún objeto puede haber caído en su interior o incluso puede haber anidado un ave durante el verano. Para comprobarlo es mejor encender un pequeño fuego con papel de diario – sin leña -, para comprobar que el humo se va por la chimenea, ya que el tiro podría estar taponado. Si la evacuación del humo es correcta, ya estamos en disposición de encender un buen fuego.
También es importante hacer un mantenimiento adecuado al final de la temporada, después del uso continuado de la chimenea durante los meses de frío. Las bisagras o las manetas de las puertas metálicas pueden haberse dañado con el hollín o el humo de la leña húmeda o verde, que es muy corrosivo. O pueden haber acumulado óxido, si hablamos de localidades muy húmedas o cercanas al mar. Es aconsejable lubricar todas las juntas y bisagras para garantizar su buen mantenimiento de cara al año próximo. Prevenir es ahorrar.
Y una vez todos los sistemas están en marcha y funcionando correctamente, también es importante no abusar de la calefacción, tanto por el gasto económico que supone como por el desgaste medioambiental. Así, les recordamos que la temperatura recomendada para un hogar es de entre 20-21ºC. A partir de ahí es conveniente utilizar alguna ropa de abrigo fino para estar en casa en vez de subir el termostato.
Por la noche es recomendable apagarla, ya que cuando estas acostado y arropado no es necesaria la calefacción. Con 15-17ºC es suficiente para dormir confortablemente, y esos grados los garantiza el ambiente caldeado del resto del día si la casa está bien aislada. Son consejos del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.
Según la guía práctica de la energía de IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), por cada ºC en que se incrementa la temperatura de un edificio o vivienda, el consumo energético aumenta en un 7%, al igual que el gasto en calefacción y las emisiones de CO2.