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¿Cómo hacer y para qué sirve un presupuesto familiar?

No manejar nuestra economía de la manera adecuada puede traducirse en situaciones delicadas que afecten a la estabilidad de nuestra vida cotidiana. Una circunstancia que podríamos resumir con la frase “no llegar a final de mes”, que cómo definición de apuros financieros resulta de lo más evidente. Para evitarlo no hay mejor herramienta que confeccionar un presupuesto familiar y, desde luego, cumplirlo a rajatabla. Veamos cómo se hace y para qué sirve.

Como si nuestra economía doméstica fuera la de una empresa, la mejor protección es conocer al detalle todos sus ingresos y gastos, teniendo en cuenta que los segundos nunca deben superar a los primeros. De lo contrario, nos encontraremos haciendo equilibrios imposibles cada final de mes, con impagados y deudas imposibles de asumir. Y en eso consiste básicamente la elaboración de un presupuesto. Hacer un recuento de ambas acciones y apuntarlas. Tanto gano, tanto puedo gastar. Y si gasto menos, ahorro. Y aunque parezca de Perogrullo, eso es todo, y no todos lo consiguen.

Para qué sirve un presupuesto familiar

¿Cómo se hace un presupuesto familiar?

Deben tomar lápiz, papel y calculadora. Simplemente. Y en una primera columna apuntar todas nuestras fuentes de ingresos. Por ejemplo: nóminas, trabajos extras, cobro del paro, pensiones, ayudas o cualquier tipo de entrada de dinero que haya en su hogar. Y no hay más truco posible.

En la segunda columna es donde todo tiende a complicarse, a diversificarse, pues suelen ser muchos y diversos los gastos del día a día y las facturas domésticas fijas. Por ello, en este segundo apartado conviene establecer al menos tres grupos: Los gastos obligatorios, necesarios y ocasionales.

Los obligatorios son los gastos fijos de nuestra economía, como la hipoteca, el alquiler de vivienda, los gastos de a comunidad o los préstamos bancarios. Los necesarios, aquellos que destinamos a cuestiones básicas de nuestra vida diaria, como los recibos de electricidad, de gas, del agua, la comida o el transporte. Y a lo máximo que podemos aspirar es a reducirlos al máximo, pero sin renunciar. Y por último los ocasionales, que deberán ser los sacrificados cuando el dinero escasea. Es decir, esa caña o café de más, desayunar fuera cada día, el CD que no tenía todavía, otros zapatos, etc. Dicho en otras palabras, un presupuesto para el ahorro exigirá recortar al máximo los gastos superfluos (o eliminar directamente) y disminuir en lo posible los desembolsos necesarios.

¿Para qué sirve un presupuesto familiar?

Aunque parezca lo lógico, hacer un presupuesto familiar no sirve solo para llevar un control de la nuestra economía doméstica. Se consiguen otros objetivos muy útiles y no menos importantes.

Así, al llevar todas sus cuentas al día podrá ver en qué gasta su dinero, y sabrá así qué gasto podrá priorizar, reducir o eliminar. O sea, podrá saber con detalle a dónde va su dinero. Y será ese mismo control el que le haga evitar un derroche del que a veces no somos conscientes.

Si sabe cuál es la situación de su economía familiar hoy, también podrá hacer previsiones para el mañana; y eso tanto puede redundar en un ahorro que garantice un futuro tranquilo y estable, como en la posibilidad de hacer planes a medio o largo plazo que exijan reunir un determinado dinero para poder realizarlos.

Del mismo modo, las pretensiones de ahorro pueden ser para acumular un cierto colchón de tranquilidad financiera, sin un destino determinado, sino para crear un pequeño fondo de emergencia para gastos inesperados.

Para conseguir estos objetivos es una muy buena idea incluir el ahorro en el presupuesto como una parte más de sus gastos fijos. De este modo se obliga a retirar la cantidad fijada y en los plazos establecidos, garantizando el ahorro.

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