Ahorro en tiempos difíciles
¿Debemos concluir que volvemos a ser previsores? Tras cinco años de crisis económica, es lógico pensar que en la remontada del ciclo se geste de nuevo un sentimiento de ahorro. Ha pasado un lustro en el que las economías familiares españolas se han destinado eminentemente a:
- Devolver deudas.
- Recortar gastos.
- No pedir créditos.
Ha sido un proceso que ha cambiado radicalmente la mentalidad del consumidor español. Sus cambios de costumbres se han evidenciado con la vuelta de la intención de compra a presupuestos familiares. Ya no consumimos igual. En posts anteriores hemos analizado la metamorfosis social y económica que se ha gestado en el consumidor medio español en estos tiempos difíciles:
- Cuando el ahorro de las familias da paso al consumo responsable
- El nuevo consumidor ante el crédito al consumo
- Cómo responder al nuevo consumidor
Algo se mueve también, pero muy incipientemente, en la vertiente del ahorro. El 39% de los españoles afirmó en noviembre tener intención de ahorrar, según el Observatorio Cetelem. No obstante, la tasa de ahorro familiar sigue en mínimos desde 2006, a pesar de que el consumo ha crecido casi un 30%, según Cuadernos de Información Económica de septiembre pasado, publicado por Funcas.
Conviene, sin embargo, saber si la incipiente recuperación del ahorro familiar vendrá, también, acompañada de un cambio de mentalidad. ¿Seguiremos confiando nuestros “ahorrillos” en la cartilla de ahorro o en el clásico depósito a plazo? ¿O buscaremos hacer crecer nuestro ahorro colocándole en otros productos financieros que nos proporcionen una punta de rentabilidad?
¿Vehículos de ahorro o vehículos de inversión?
Mi impresión personal, es que todavía tenemos que avanzar en nuestro nivel medio de cultura de ahorro e inversión. El principal activo de las familias españolas sigue siendo la vivienda y las propiedades inmobiliarias. Sin embargo, sí que se aprecia una ligera sustitución del ahorro confiado a los depósitos por los fondos, seguros y planes de pensiones. Como apreciamos en el siguiente gráfico, entre 2008 y 2016, el ahorro en fondos de inversión ha pasado del 8,9% al 13,1%, según el informe de “Ahorro financiero de las familias” de Inverco.
La nula rentabilidad de los depósitos bancarios, la segunda vía de ahorro preferida de los españoles, ha abierto una posibilidad a otros vehículos de ahorro, como los fondos de inversión, los seguros y los fondos de pensiones. Muchos españoles empiezan a vencer esta resistencia a pesar del rosario de fiascos que han ocasionado en estos años de atrás, al canto de una jugosa rentabilidad:
- La inversión en bienes tangibles como los sellos
- Los pagarés de Nueva Rumasa
- Las participaciones preferentes
- Los bonos contingentes convertibles (CoCos)
Las conclusiones que podemos sacar tras este aparente cambio de escenario es que:
- El español medio ha mejorado más sus conocimientos como consumidor que como ahorrador.
- Conviene que ambos, aunque asincrónicamente, evolucionen en la misma dirección.
La recuperación económica de los presupuestos familiares de los españoles ha necesitado un consumo responsable. Lo mismo sucede con su ahorro. Solo con una gestión responsable de las finanzas personales se podrá evitar una salida de la crisis en falso y que, como reza el refrán, tropecemos de nuevo en la misma piedra.
El ahorro responsable tiene que basarse en información y conocimiento de nuestro perfil de inversor (nos lo pedirán cuando suscribamos un fondo u otro producto financiero). En el apoyo de un asesor financiero para establecer una estrategia de ahorro sostenible con ponderación del riesgo. En inversión colectiva para sacar mayor potencial de la unión. En definitiva, aprender a equilibrar el gasto y ponderar el riesgo. Esto será algo que nuestros hijos aprenderán en el futuro en el colegio. Pero que el resto de los españoles tenemos que poner en práctica ahora para consolidar la recuperación.
Y no es una tarea exenta de riesgo, ya que, a diferencia de los depósitos bancarios, otros vehículos, como los fondos de inversión o planes de pensiones no están exentos de riesgo. Elegir bien dónde colocar nuestro ahorro requerirá prudencia, mesura y conocimientos de finanzas personales y de los mercados para moderar los riesgos.